En Appgree caben todos los sectores puesto que, “al fin y al cabo, el que tiene un canal de bajada, el que hable con gente, precisa de un canal de subida, de lo contrario sería como tener un teléfono en el que solo puedes llamar pero no recibir llamadas” ¿Les suena?
¿Por qué tanto interés alrededor de esta startup?
Porque se trata de un medio de comunicación que resuelve un problema que parece que no tenemos aunque sí está ahí: el de la comunicación de muchos a uno. Tenemos la televisión, las redes sociales, etc, pero no disponemos de un canal de vuelta, es decir, que toda esa gente te responda. Se puede hacer de uno en uno. Sin embargo, si hablas con un millón de personas y te ofrecen un millón de respuestas ¿Cómo das sentido a lo que dicen? Appgree resuelve ese feedback. Es poner de acuerdo al grupo para que exponga prioridades con el fin de que, entre todas las respuestas, puedas elegir las 10 o 20 en las que más están de acuerdo. De modo que leyendo unas pocas cosas entiendas a la mayoría.
Ya pero no lo veo, es decir, esto que explicas parece sencillo… o no, según se mire.
Nosotros lo hacemos de manera abierta. Uno puede pensar que es muy fácil si planteamos una votación acerca del color que prefiere el grupo, y es verdad. El problema es cuando quieres que conteste a cuestiones más generales como ‘qué piensas de mi programa’ o ‘de mi producto’. Appgree lo que hace es, en muy poco tiempo, organizar el grupo para que fije las prioridades en las repuestas entre todo lo que puede decir cada miembro.
Juan Morán, fundador de Appgree
Tu especialidad son las matemáticas y de ellas surge la clave de todo: Demorank
Es el algoritmo base de Appgree y lo es porque el producto se ha construido sobre Demorank que, a su vez, ha creado la empresa en sí. De hecho, la idea sale de este algoritmo.
Y qué es ese algoritmo. En qué consiste.
Sinceramente, algo muy sencillo pero que no se le había ocurrido antes a nadie. Es aprovechar el principio estadístico de que ‘una muestra elegida al azar de una población grande representa con un cierto nivel de exactitud a la población entera’. Esto es así aunque más sofisticado. Validamos cada una de las respuestas del grupo con una muestra al azar compuesta por pocas personas. De esta manera tenemos una valoración aproximada de todas las contestaciones, luego filtramos las mejores, realizamos otro análisis y, a continuación, con unos pocos votos, ordenamos las repuestas por las prioridades del grupo.
Desde luego no creo que las empresas demoscópicas estén muy contentas con Demorank y Appgree
Pues si fuera así no lo entendería. Al fin y al cabo lo que pueden hacer es utilizar esta metodología. Appgree puede ser usada como aplicación, a través de la nube o integrado en una página web. Disponen de diferentes opciones. No somos competencia. Lo que se debe entender es que hay una nueva manera de comunicarse con los grupos no basada en votaciones cerradas. Al final lo importante es el medio, no el fin. El medio es poner de acuerdo al grupo y esto tiene su gracia. Es encontrar, de todo lo que dice, aquello sobre lo que hay consenso. Algo realmente difícil.
Vayamos a los inicios. Como apareció Demorank, en medio de otras investigaciones, otros trabajos…
La historia es curiosa. Surgió tras cinco años sabáticos alejado del mundo de la tecnología. En ese período empecé a darle vueltas a alguna herramienta que sirviera para cambiar el mundo. Una noche se me ocurrió el algoritmo y llamé a viejos colaboradores que no tuvieron más remedio que sumarse. De esto hace tres años. Después, otros doce meses los dedicamos a Appgree, experimentos y estudios, y hace dos años nos constituimos como empresa, como startup.
¿De verdad hablas de cambiar el mundo con una aplicación?
Soy un tanto ‘determinista tecnológico’. Si lo piensas con cuidado, en los últimos años ha cambiado absolutamente todo excepto dos cosas: la política y la educación. Educamos a nuestros hijos según las reglas de la revolución industrial y votamos cada cuatro años con el mismo montaje básico de cuando se enviaban las cartas por barco a EEUU y tardaban un mes. Mi visión no es tanto que vayamos a cambiar el mundo, sino que este va a cambiar a lo bestia de forma inevitable. En la historia no se ha acumulado tanto cambio tecnológico frente a tan escasa transformación social o educativa como ahora. Es como una montaña en la que acumula nieve. De repente, con solo una palmada, toda esa nieve se precipita. Creo que estamos ahí, en esa situación, con demasiado cambio pendiente.
Entonces ¿Hacia dónde vamos?
Pues quien no utilice en los próximos cinco o diez años la tecnología para escuchar a la gente y para relacionarse con grupos, etc, no va a pintar nada en todo esto.
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Algunos pueden identificar lo que dices con algún que otro partido de nuevo cuño
No, no (risas). Ni muchos menos. Yo siempre digo que represento a Appgree que es el medio, no el mensaje. Los mensajes que circulan por ahí no son cosa mía. Pero lo que sí es cierto es que ahora mismo muchas personas quieren escuchar a la gente. No solo en la política, también en otros aspectos de la vida, en empresas o en niveles mucho más cotidianos, desde luego.
Cambiar el mundo pero con visión de negocio porque, al fin y al cabo, Appgree es una startup
Claro por supuesto. Lo que ocurre es que desde mi punto de vista no son incompatibles. Yo creo que cambiar el mundo es crear entidades sin ánimo de lucro o construir empresas, y ambas son perfectamente compatibles, siempre que tengas una visión ética coherente y una otra social adecuada. No existe contradicción en los términos.
Como emprendedor e investigador ¿Cómo ves el mundo startup en España?
La cuestión más complicada de los inicios de Appgree fue, precisamente, nacer en España. En nuestro país las startups se encuentran con obstáculos, a veces, extraños. Te pongo un ejemplo. Una empresa importante de Silicon Valley nos conocía por nuestra trayectoria. Les presentamos el proyecto y les gustó. A esa gente le costó 4 meses y 15 visitas al consulado español en San Francisco poder invertir en Appgree. Sin embargo, creo que no solo es responsable la administración. Para que esto cambie, es preciso que también lo haga la mentalidad de los españoles. Dices que vas a montar una startup y te miran como diciendo “pero qué va a hacer este loco”. Fíjate, aún parece que persiste cierta visión antiempresarial que ya no tiene sentido. Y esta transformación es prioritaria porque aquí hay un nivel de talento enorme.
