Detalle de cubierta de la edición de Alianza Editorial de “Don Quijote de La Mancha”.

 

 


El 23 de abril de 1616, Cervantes era enterrado en el madrileño Convento de las Trinitarias. Lejos de descansar en paz, un siglo más tarde sus restos se exhumaron y trasladaron desde ese emplazamiento, y aunque supuestamente volvieron a él, el autor de Don Quijote engrosa la lista de célebres del Siglo de Oro, como Calderón o Quevedo, cuyas huesos se encuentran en paradero incierto. No obstante, hace en torno a un año, el Ayuntamiento de Madrid puso a un grupo de científicos a buscar lo que quede de este genio de las letras en el hogar de las Trinitarias, pese a que es imposible realizarle un cotejo de ADN. ¿Interés realista o excusa para el turismo funerario? Hablamos de ello Nieves Concostrina, periodista experta en necrológicas y autora de libros como Muertes ilustradas de la humanidad.

El grupo científico que ha rastreado durante un año los huesos de Cervantes ha anunciado que “existe una compatibilidad asegurada y ninguna discrepancia” respecto a que los restos que finalmente han hallado podrían ser del autor de Don Quijote. ¿Usted cree que son de él? No nos han facilitado ni una sola prueba de que sea él y, por tanto, no puedo creerme algo que nadie me ha confirmado. No le han puesto nombre ni a un solo hueso. Únicamente nos han señalado una amalgama de restos de “al menos” 15 individuos y nos han dicho que puede que entre ellos haya algo de Cervantes. El que no se consuela es porque no quiere. Ana Botella necesitaba borrar el recuerdo de su “relaxing cup” y Cervantes estaba a tiro.

Resulta imposible efectuar un cotejo de ADN de estos huesos con los de algún familiar del escritor, y su mal estado de conservación no permite asociarlos a las patologías conocidas de Cervantes. A la vista de estas limitaciones, ¿tiene sentido hacer esta investigación? Tiene sentido para quien está rentabilizando todo el ruido mediático. Ni siquiera tenía sentido la investigación de la búsqueda de los restos desde el mismo momento en que la iniciaron. Ya se sabía que el entierro de Cervantes se verificó el 23 de abril de 1616 en las Trinitarias; se sabía que los restos nunca salieron del convento; se sabía que los huesos fueron maltratados y removidos por las constantes obras… Y eso mismo es lo que se sigue sabiendo. 124.000 euros para averiguar lo que ya se sabía, para escuchar que la ciencia no ha confirmado nada. Las únicas pruebas que les permiten decir que puede que ahí esté Cervantes son evidencias históricas, las mismas evidencias históricas que ya se conocían. El Convento de las Trinitarias se salvó en el siglo XIX de la demolición –en su lugar se iba a construir un mercado-, única y exclusivamente porque se sabía que ahí estaba enterrado Cervantes. El edificio carece de interés histórico y artístico, y fue Cervantes el que lo salvó de la piqueta por estar allí enterrado. No se entiende a qué viene confirmarnos ahora que efectivamente está dentro. Ya lo sabíamos. Sabíamos que el convento era el gran mausoleo de Cervantes. Lo único que han conseguido es cambiar un mausoleo indudable por una tumba incierta. La frase es genial, pero no es mía. Es de mi amigo Carlos Santos.

 

 

 

La periodista Nieves Concostrina. JESÚS POZO

 

 


El cervantista Francisco Rico ha dicho que  todo esto “huele a chequera”. ¿Es realmente rentable el turismo necrológico? Hace muchos años que es rentable en muchos países que han sabido gestionar y enseñar sus enterramientos de ilustres: el Panteón de París, la Santa Croce de Florencia, Westminster… En el caso de Cervantes será rentable siempre y cuando haya un nutrido grupo de incautos desinformados y dispuestos a creerse cualquier cosa. Si alguien paga por ver esa supuesta tumba con unos huesos inciertos, allá él o ella. En Francia, los turistas pagan por ver el castillo de Ambois y, de paso, tangencialmente, la tumba de Leonardo. No importa que los huesos de esa tumba sean más falsos que un euro de madera; es un mal menor porque el castillo merece ser visto. Lo malo es los que paguen por ver una tumba que no será de Cervantes en un convento carente de interés artístico, cultural e histórico. Tumba sin Cervantes y convento sin interés. Nadie debería pagar por ver eso porque es como ver nada.

Sin embargo, el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, ha celebrado el hallazgo y ha dicho que la iglesia de las Trinitarias se convertirá en "lugar de peregrinaje". Al señor ministro más le valdría gestionar bien la cultura y la educación en vez de animar a realizar peregrinajes artificiosos. La cultura está encarecida con impuestos salvajes mientras fabula con peregrinajes a recintos religiosos que podrían lucrarse con “donativos”. Y a las trinitarias más les valdría haber cuidado de los restos de Cervantes y no perderlos en vez de estar echando cuentas de futuros ingresos. Ellas perdieron al genio. Sería el colmo que se lucraran con el supuesto hallazgo de unos huesos que ni siquiera se han identificado.

¿Le parece correcto el seguimiento que ha hecho la prensa de la búsqueda de los huesos de Cervantes? Sinceramente, no, al menos al principio. Muchos se emocionaron de más, desde mi punto de vista, claro. Pasados un par de días del supuesto hallazgo, sin embargo, la euforia se desinfló y varios medios se percataron de que alguien les había vendido una moto.

Hemos perdido los restos de varios muertos ilustres del Siglo de Oro: los de Calderón, Quevedo, Velázquez… ¿Quién debería hacerse responsable? Los que los perdieron. Qué casualidad que todos estuvieron enterrados en iglesias. Es el precio de haber dejado el monopolio de la muerte en manos de la Iglesia hasta finales del siglo XIX. Era y es una pésima gestora, interesada solo en recaudar con la constante venta de espacio en criptas y cementerios. Lo mismo les daba sacar en las mondas de parroquia los restos de Cervantes que los de Pepe López, pese a que vendían los enterramientos a perpetuidad. A Lope de Vega lo desahuciaron de su nicho en la iglesia de San Sebastián para enterrar a la hermana del vicario general de Madrid.

¿Existe el mismo interés por la obra de Cervantes que por sus huesos? No. Incluso alguno se habrá enterado ahora, con tanto ruido, de quién era Cervantes. Estoy por apostar que las trinitarias que ahora andan echando cuentas no se han molestado en leer El Quijote.

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