Portada de 'La Vanguardia' del 12 de septiembre de 2012.



Este martes, tras la moción de desconexión aprobada por el Parlament de Cataluña, los catalanes se desayunaban con un golpe de timón en la portada de La Vanguardia, conocido con sorna como “el periódico gratuito más vendido de Cataluña”. El diario del grupo Godó jugaba el mayor órdago que puede realizar un periódico, llevando en primera página su editorial. Algo esperable dado el acontecimiento histórico del día anterior, pero la sorpresa estaba en el contenido, no en la forma: “Por la rectificación”, clamaba el periódico que más ha hecho en los últimos años por la carrera independentista de Artur Mas y Convergència.

El editorial era demoledor. Se hablaba de “grave error”, se apelaba a una ciudadanía que “no desea rupturas ni teatrales esguinces” y se exigía –no se sugería- que “el error debe ser rectificado”. La nueva visión del grupo Godó no se circunscribió a La Vanguardia, porque en el programa más oído de Cataluña, El món a RAC 1, su locutor Jordi Basté, que no es precisamente lo que se dice un unionista, también lanzaba un reproche a Mas: “Primero en Cataluña habría que tener un presidente, formar un Gobierno y después preguntarnos: ¿todo lo que se aprobó ayer en el Parlamento, cómo lo haremos?”

El cambio de postura parece venir dictado desde arriba, y en el grupo periodístico no hay nadie por encima de Javier Godó Muntanyola, conde de Godó y Grande de España desde 2008 por designio del rey Juan Carlos I. Según ha podido saber este periódico, desde que el desafío independentista ha alcanzado su máxima cota, el conde ha recibido llamadas nada amigables de los dos reyes, el emérito y el vigente, Felipe VI, para recordarle que ser Grande de España, el mayor título nobiliario del reino, no casa con las aventuras rupturistas de Mas y compañía.

No es la primera vez que desde la Jefatura del Estado se llama al orden a Godó, pero esta vez la reprimenda se ha acompañado de promesas económicas, porque la pecunia ha sido la que ha guiado la línea editorial de La Vanguardia los últimos años. El cambio de rumbo se podría haber gestado el lunes pasado, en una cena celebrada en el Liceo donde Godó compartió mantel con buena parte de la crème de la crème catalana, con mucho empresario asustado por la deriva nacionalista.

Lo revela hoy Jesús Cacho en Voz Pópuli, donde narra como el conde avisó: “Que nadie dude de Godó; que nadie se equivoque con Godó”. Al parecer, el noble se ha dado cuenta de que la aventura en que le metieron ha ido demasiado lejos: “Me dijeron que los nuevos vientos iban por ahí y que teníamos que adaptarnos, teníamos que cambiar, porque iba a ser en beneficio de todos”.

El cambio de tercio llevó a Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia, a tener que explicar la postura del periódico frente a las preguntas inquisitoriales de los tertulianos de 13TV.La Vanguardia jamás ha apoyado un pronunciamiento independentista en Cataluña”, explicó Juliana, quien solo aceptó que habían criticado “la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut” y tras ello, advirtieron “de las consecuencias políticas negativas que podía traer”. “No hemos defendido la independencia, pero sí un autogobierno fuerte en Cataluña”, expresó Juliana, quien retó a acudir a lo que “estaba escrito” para corroborar la postura de La Vanguardia.



En la tertulia de El cascabel al gato no daban crédito. Jaime González, director de Opinión de ABC le espetaba que La Vanguardia pudo hacer más, (…) muchas veces os pusisteis de canto, (…) jugasteis un papel de colaboradores necesarios”. Otros han ido más allá, como Herman Tertsch, que en Twitter decía “un @EnricJuliana sudoroso y con respiración de carpa fuera del estanque asegura que La Vanguardia jamás ha ayudado al separatismo”.

Más allá de las ofensas habituales, lo cierto es que en la memoria quedan muchas portadas de La Vanguardia, como aquel “El sí se impone” tras el 27S o, sobre todo, aquel “Catalunya dice basta” a cinco columnas tras la diada del 11 de septiembre de 2012. Por no hablar de las encuestas a contracorriente para mayor gloria de Artur Mas, cambio de empresa demoscópica incluido para no enfadar a la Generalitat.

El romance entre el grupo Godó y la Generalitat ha ido estos años de la mano de las subvenciones recibidas desde el Gobierno de Artur Mas. Hablamos de varios millones de euros que han servido a la compañía obtener beneficios en su cuenta de resultados. En 2011, como destapó ELPLURAL.COM, el grupo consiguió unos beneficios de 2011 de 7,2 millones de euros pero ese año se había llevado 8.715.700 euros en concepto de subvenciones.  Ese año, el grupo Godó obtuvo 5,5 millones de euros para ampliar la rotativa de la edición de La Vanguardia en catalán. A eso hay que sumar 2 millones de euros por publicidad institucional de la Generalitat en el periódico más otro medio millón para la radio del grupo.

A este contante hay que sumar el contrato de distribución que tiene La Vanguardia con la Generalitat, que le paga 50 céntimos por cada ejemplar que se queda para repartir entre los usuarios de los Ferrocarriles de la Generalitat y Rodalies Renfe, así como en ambulatorios, hospitales, bibliotecas y universidades, y también es entregado de forma gratuita a los visitantes del Parque de Atracciones del Tibidabo o del Zoo de Barcelona. Una distribución que supone casi un tercio de su tirada total y que le permite inflar los precios de su publicidad. Un doble win que, como decíamos antes, ha convertido a La Vanguardia en “el periódico gratuito más vendido de Cataluña” a cambio de vender su alma al independentismo. Al menos, hasta ayer.