Pablo Iglesias se convirtió en el coletas en un plató de televisión. La Universidad Complutense de Madrid, desde donde había organizado y participado en numerosas movilizaciones, se le hacía pequeña. Comenzó participando en las tertulias de Intereconomía y de allí dio el salto a las grandes cadenas nacionales. Se convirtió en el niño mimado de la Sexta, hasta el punto de que, con el éxito de Podemos, la Brunete mediática llegó a pedirle cuentas a Atresmedia por haber fabricado un monstruo.

Al dar el paso a la primera línea de la política, su relación con los medios cambió. Ya no era un sociólogo de izquierdas sino un líder político que cargaba contra la casta, medios de comunicación incluidos. Paradójicamente, la reacción de su nuevo partido ante el primer gran escándalo al que tuvo que enfrentarse fue un ejemplo de libro de lo que tanto criticaba.

La huída de Monedero

Cuando este periódico denunció el caso Monedero resultó imposible que nos diera su versión. Francisco Medina, el periodista que hizo la información, intentó contactar con él a través de todas las vías posibles para saber por qué había cobrado casi medio millón de euros de Venezuela. Nunca respondió. Al descubrir que podría haber incurrido en un posible delito fiscal insistimos. Ni por esas. Finalmente no nos quedó más remedio que recoger las explicaciones que sí dio a medios amigos.

Este viernes, Juan Carlos Monedero ha salido en defensa de Iglesias cargando, de paso, contra los periodistas. Nos acusa de no indignarnos, por ejemplo, cuando El País publicó un currículum suyo falso. Sí hubo indignación, en el propio periódico y en ELPLURAL.COM también, donde denunciamos todos los pormenores del caso.

Ahora Pablo Iglesias se permite ironizar sobre cómo titular informaciones e incluso personalizar en un periodista lo que no se debe hacer. Tanto indignó a los profesionales que estaban que logró que le dejaran plantado. ¿Es este el modelo de comunicación que entiende Podemos?

El modelo propagandístico de los municipios del cambio

El pasado mes de marzo, las directoras de Comunicación de los ayuntamientos de Madrid, Barcelona y Zaragoza -Lucila Rodríguez Alarcón, Marimar Cabrera y Águeda Bañón respectivamente-, protagonizaron una ponencia en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca para hablar precisamente del nuevo modelo de comunicación de los municipios del cambio. Al igual que Iglesias, se permitieron el lujo de criticar y mucho a los profesionales del periodismo sin hacer ninguna autocrítica. "Lo que vende desgraciadamente es que se produzca un desahucio en lugar de que se han parado", lamentaron. Las tres coincidieron en que se les examina mucho más que a cualquier otro partido político. 

No hubo plante de los allí reunidos, la inmensa mayoría periodistas o estudiantes de periodismo. Sin embargo, sí hubo un aplauso generalizado a la intervención de uno de los asistentes que les recriminó su modelo propagandístico, justo al final de su intervención:

"Lo que he oído me suena a antiguo. Esta crítica a los periodistas la hemos oído toda la vida. Que el ayuntamiento pare los desahucios es obligación del ayuntamiento, para eso los hemos votado los ciudadadanos. Los medios tenemos que decidir libremente si eso lo consideramos relevante o no. No hay ningún motivo para que desde un  gabinetes de comunicación de ninguna institución se pretneda dirigir a los medios. Son los lectores los que deciden comprar o no, los anunciantes los que deciden anunciarse o no, y los directores del medio los que deciden si esa información es correcta o no. Por favor, informad y nosotros decidiremos. Gracias"