Igual es por la cosa literaria de Sant Jordi, pero lo cierto es que a Carles Puigdemont se le han subido las metáforas a la cabeza y ha soltado en su discurso institucional que a Cataluña la amenazan los dragones de siempre. Sabido es que el Sant Jordi de la leyenda se enfrenta a un terrible dragón para salvar de sus fauces a una inocente y, suponemos, virginal doncella. Si trazamos un paralelismo, según el president, Cataluña sería la damisela en apuros y España ése dragón feísimo, malísimo y capaz de arrebatarle el himen a tan núbil dama.

Tiene su cosa que un periodista como Puigdemont, al que se le supone una cierta capacidad de enhebrar palabras, caiga en el terreno de la novela fantástica para volver a sacar el espantajo del “España nos roba”. Si Pablo Iglesias es seguidor de “Juego de Tronos”, la adaptación televisiva de la saga “Canción de Hielo y de fuego” del mítico George R. Martin, al amigo Puigde parece que le va más la cosa del sword and sorcery, la espada y brujería. ¿Se ve como Conan el bárbaro, luchando contra un pérfido Tulsa Doom con cara de Montoro? ¿Es Artur Mas una hechicero al estilo de Saruman y Oriol Junqueras un elfo que se ha comido él solito todas las vituallas de la comarca del Hobbit? ¿Quién puede repetir como Golum “Mi tesoroooooo” sin perder la compostura secesionista? ¿El conseller de sanidad Toni Comín? ¿La presidenta del parlament catalán Carme Forcadell? Vayamos más lejos, ya que de dragones y asuntos míticos hablamos. La pirómana constitucional Empar Moliner, por cierto, recién galardonada por la fundación de Esquerra merced a “su valiente lucha en defensa de las libertades de Cataluña”, ¿podría ser considerada la nueva Tolkien catalana? Y la inefable Pilar Rahola, ¿debería ser considerada por el atentísimo y siempre fiel corro de la patata secesionista como Khaleesi, madre de dragones?

Vayan ustedes a saber. Lo cierto es que ése tipo de discurso, más infantil que otra cosa, le ha funcionado al nacionalismo catalán hasta hoy. Bismarck en Cataluña y Bolívar en Madrid, decía Jordi Pujol antes de saberse que su padre tenía un barco, me cachis en la mar, varado en Andorra en forma de cuentas opacas. Pero lo que nadie podrá negarles a los herederos de la acreditada firma Pujol & Mas y asociados es su perseverancia en la creación de mitos. Épica, mucha épica, que con eso se contentan los conspicuos seguidores de la Vía Catalana, la V, la Asamblea Nacional Catalana y los de Ómnium, los que consumen camisetas con la estelada como los frikis consumimos las que llevan a Darth Vader o a Iron Man. Porque aquí todo es cosa de merchandasing. Mucho gadget para vender, que el personal consuma, y adelante con los de Alicante.

Solo así, desde la ironía y la paciencia que nos ha dado Dios, podemos soportar el espectáculo – patético, a éstas alturas – de la gente que aún cree que la república catalana “está a punto de llegar y nos encontramos en los últimos cien metros”. Los discursos de final de cenorrio de despedida de soltero favorecen ése tipo de cosas, y aquí todo el mundo suelta la primera ocurrencia sin que pase absolutamente nada.

No cuenta Puigdemont en su relato de dragones y amenazas que fue a pedirle limosna a Rajoy, porque su antecesor le ha dejado una autonomía en bancarrota, quebrada, con un bono calificado como basura. No dice, entre lanzada y lanzada al pérfido saurio, nada acerca de los presuntos millones de la familia Pujol en Panamá, ni de cómo Mas duplicó el déficit público catalán y destrozó el sistema público catalán de salud, entregándoselo a las mutuas privadas. Sacar un pecho francamente anémico, gritar cuatro cosas para el gol sur, y mañana será otro día. Eso sí, esperando como posesos a ver si Montoro, sí, el dragón malo, hace la transferencia y pueden pagarse nóminas porque la caja hace años que está vacía, ahíta de dar subvenciones a productoras de televisión de conmilitones, a periodistas adictos a la causa, a entidades que hacen de jaleadores de la consigna.

Discursea el president de dragones, pero sería menester recordarle la serie “Dragones y mazmorras”, inspirada en el conocidísimo juego de rol. Pues eso, presi, que de los dragones a las mazmorras hay un paso. Algunos de sus amigos ya lo saben. Pregunte, insistimos, a los Pujol, a Millet, a Javier de la Rosa o a algunos empresarios, ¡ay!, del tres por ciento o a los dos últimos tesoreros de convergencia.

¿Dragones? Pero si en su casa tiene dinosaurios, diplodocus, velociraptores y hasta pterodáctilos, amigo president.