El vicepresidente de la Generalitat y Conseller de Economía, Oriol Junqueras, maneja diferentes informaciones que le han hecho reflexionar. En ellas no se descubre la pólvora, ni mucho menos, pero todas indican que en unas elecciones al Parlament ganaría Ada Colau y Esquerra podría hacer el sorpasso a Convergencia. Y lo más significativo, el tope de personas que están a favor de la independencia no supera los dos millones, es decir, no se alcanza la “masa crítica” de la que tanto hablan los partidarios del proceso.

El dossier que maneja Junqueras

Convergencia pierde fuelle por momentos a la vez que el proceso. Han sido cinco años de promesas, manifestaciones, proclamas, y la propia gente independentista está harta de no ver la Tierra Prometida. Añádase a ello el aura de corrupción que envuelve al partido de Artur Mas por los casos Pujol, Palau o el del tres por ciento, y tendremos un cuadro perfectamente descriptible acerca de cómo la antaño poderosa CDC está diluyéndose por momentos.

Ésas son buenas razones para que Junqueras, que no tiene nada de tonto, haya decidido romper definitivamente el cordón umbilical con su socio de coalición parlamentaria y de gobierno. Hay otra más: sabe que él y su partido pueden entenderse perfectamente en solitario con Colau, con las CUP e incluso con el PSC de Miquel Iceta, con el que mantiene una buena relación. No en vano Esquerra fue la pieza clave en los gobiernos Tripartitos encabezados por Maragall y Montilla.

Con éstos mimbres, el dirigente de los independentistas ha empezado – de hecho, ya hace semanas – a distanciarse del President. En el debate presupuestario se evidenció claramente ése alejamiento. Mientras los convergentes defendían una tesis con respecto al impuesto de sucesiones, los de Esquerra hacían lo contrario. Incluso en la manera de negociar con las CUP se notaron dos métodos distintos. “Con Junqueras de President ya tendríamos presupuestos”, manifestaba una conocida dirigente cupaire a éste periodista los pasados días.

No es sorprendente, pues, que el actual vicepresidente de la Generalitat haya dicho en un mitin de campaña que es preciso que Esquerra gane éstas elecciones generales en Cataluña. Unas palabras cuidadosamente medidas que han sentado como un tiro en Convergencia. Especialmente a Mas y Puigdemont.

“Saquemos la artillería”

Los convergentes, que poseen las mismas informaciones que Esquerra, no piensan quedarse quietos, lógicamente. Pero el suyo es un barco que hace aguas por todos los lados y que desde hace tiempo no tiene a nadie al timón. La maniobra a la desesperada de Puigdemont de someterse a una cuestión de confianza éste próximo otoño, al no haber conseguido aprobar los presupuestos, podría ser su final político. Son muchos los que le aconsejan que convoque elecciones ya mismo. Junqueras lo espera con calma, sabiendo que, si hoy ganaría a Puigdemont, mañana aún ganará por más votos. El actual President está muy preocupado por ésa moción que lanzó a la arena política sin haberla meditado. ¿Qué hará Esquerra? ¿Votará a favor de él o se abstendrá? Hay quien se teme lo peor. Una abstención por parte de sus socios obligaría a Puigdemont a convocar nuevos comicios. O sea, que, si no lo hace hoy, lo hará mañana y si no, pasado, pero es difícil que se coma los turrones en el Palau.

De ahí que Mas haya dicho que se saque la artillería. Eso significa que el circo mediático que controla empiece a dar caña a los de Esquerra, que la cacareada “renovación” del partido apueste por Neus Munté, ex sindicalista de la UGT, actual portavoz del gobierno de Puigdemont y la cara más izquierdosa del gobierno, y que se “atornille” a Junqueras con temas económicos que lo tengan ocupado y obliguen a dar la cara y mojarse. “Quiero muchas fotos de Oriol con los ministros del PP pidiéndoles dinero”, habría dicho algún asesor áulico del ex President.

A todo esto, los trolls convergentes ya han empezado su campaña de acoso y derribo contra Junqueras, de la misma manera que han hecho con las CUP. Los argumentos son de sobras conocidos: traidores, charnegos desagradecidos, catalanes cargados de auto odio, reventadores del proceso, lacayos de Madrid, cómplices de España, agentes del CNI…

Nada nuevo bajo el sol. Lo mismo que tuvieron que soportar los socialistas del PSC durante décadas, solo que ahora les toca recibir a Esquerra y las CUP. Cataluña es de convergencia y quien se atreve a oponerse a sus consignas no es digno ni de respirar. Mientras tanto, los comedores sociales redoblan su actividad debido a que los colegios cierran y hay multitud de niños que no pueden comer carne en sus casas, aunque estemos en plena “desconexión” con España, y los desahucios se siguen produciendo en Barcelona. Lo de siempre, en la galera que nos lleva a Ítaca, a la mayoría nos toca remar y a otros pocos tocar el tambor.