"La concurrencia de culpas tiene lugar cuando a la producción de un mismo daño concurre la conducta de un tercero, además de la propia víctima, de modo que faltando una de ellas, el daño no se hubiera producido."  Un término jurídico que bien podría aplicarse a lo sucedido este fin de semana en el lamentable Comité Federal del Partido Socialista

Generar bandos suele ser sencillo: tigres contra leones, buenos y malos, blanco y negro. Pero en la familia con sede en Ferraz esto no es tan simple, pues todos los actores bailan de un bando a otro (por mucho que Susana diga que en el PSOE de eso no hay). Quien en su día preparaba toda su artillería para aniquilar al contrario (siempre políticamente hablando), hoy se abraza con aquél para destrozar a una nueva víctima. Un bucle incesante. 

La única diferencia es que esta vez las bajezas han sido vistas por quienes no podían imaginarse en qué se había convertido la lucha por el poder dentro del partido. Por mucho que algunos viniésemos advirtiéndolo hace tiempo, era difícil entenderlo. Siempre había quien pensase que cuando se denunciaban trampas, juego sucio, malas artes era por resentimiento, por no haber obtenido una parte del pastel. ​No dudo que en algunos casos lo sea, aunque los hechos y la experiencia me han demostrado que quien quiere parte del pastel se queda agazapado sonriendo y espera el momento, como fue el pasado sábado para clavar todos los puñales haciendo que todo pareciera un accidente. Los trepas tienen el llamado "efecto bumerang": por muy lejos que los manden, siempre vuelven. Como un saco de boxeo suelen encajar todos los golpes y pendulan yendo de acá para allá. 

Usando los estatutos como armas de destrucción masiva se han atrincherado y han conseguido instalarse en sus atalayas

El problema del PSOE, entre muchos otros, es la proliferación de este tipo de personas que han contagiado a otras muchas. A base de pisar a compañeros han ido escalando. Usando los estatutos como armas de destrucción masiva se han atrincherado y han conseguido instalarse en sus atalayas desde las que disparan a cualquiera que se acerque por allí y les suponga una amenaza. 

Esto es lo que han venido haciendo los protagonistas del desastre del Comité Federal. Los unos y los otros. Estos, aquéllos y los de más allá. No se trata de una batalla ideológica (porque esta gente no se preocupa por eso), sino de puro poder. Y ahora que el pastel cada vez es más pequeño, la tensión aumenta y todo termina saltando por los aires.

Si el lector ha militado en alguna agrupación del PSOE sabe bien de lo que le hablo: lo que se ha visto este fin de semana ha puesto en evidencia lo que viene pasando desde hace demasiado tiempo en cualquier sede (o al menos en la gran mayoría). Si usted no ha tenido la "suerte" de semejante experiencia, sepa que en esto se han convertido estas organizaciones que se supone pretenden velar por nuestro interés. 

Cabría preguntarse, acertadamente, qué capacidad tiene esta gente para gestionar el interés del pueblo si no son capaces de comportarse con un mínimo respeto donde se supone que están entre compañeros. Qué tipo de valores y de ética creen que tienen cuando hacen lo que haga falta por llegar a su objetivo. La reflexión da para pensar mucho y recordar momentos que se han repetido una y otra vez. 

No es casualidad que la imagen de Borrell aparezca de nuevo estos días. Su presencia sirve de memoria viva: el destrozo que sufrió fue gigante. Solamente el PSOE podía ser capaz de tumbar a uno de los mejores referentes de la socialdemocracia actual. Así son: pero afortunadamente el tiempo le ha traído de nuevo ante nuestros ojos para restregarnos por el morro la oportunidad perdida. Ejemplos como el de López Aguilar, quemado en la plaza pública, vilipendiado, descabezado por otra gloriosa estrategia de su partido. Tomás Gómez (traído a este recuerdo por la manera en que fue defenestrado, no por equipararle a la altura de los dos anteriores) bebió de la ira de Sánchez en su momento, aunque hoy parezca algo lejano, que quizás no sucedió. 

A Susana la temen en toda España. Produce miedo entre la militancia, no respeto. Pedro a día de hoy se ha convertido en su víctima, y por ello, en un perfecto mártir, aunque no hay que olvidar que dentro de sus posibilidades ha hecho también lo posible y lo imposible por eliminar a cualquiera que pudiera molestarle. En definitiva, se muerden las plantas carnívoras entre ellas, se acribillan las pirañas: todas. Hasta quien parecía un manso perdedor, Madina, sale de su guarida para coger su trozo del pastel tras participar en el golpe a su máximo rival. 

No es casualidad que el lector no haya leído en este artículo hasta ahora ni una sola vez la palabra "empleo, sanidad, educación pública, igualdad de oportunidades, mantenimiento del estado de bienestar, recuperación de derechos"... no lo ha leído porque de esto no se habla, de esto no van las batallas del PSOE. Por lo tanto, entenderá que, si bien el último damnificado haya sido Sánchez, en el asesinato del PSOE hay una concurrencia inequívoca de culpas.