En el Partido Popular de Andalucía se frotan las manos. Después de la dura travesía iniciada en marzo de 2012 con aquella amarga victoria que al no ser absoluta no le sirvió de nada, el PP que dirige Juan Manuel Moreno Bonilla ve en el inminente salto a Madrid de Susana Díaz una oportunidad de afianzar la victoria lograda en las generales del 26 de junio, cuando por primera vez y después de mucho tiempo lograban amargarle una noche electoral a Díaz.

Los socialistas procuran consolarse con la idea de que se trataba de unas elecciones generales, no de unas autonómicas, donde ellos siguen siendo hegemónicos, pero lo cierto es que la noche del 26J no consiguieron ocultar su decepción: solo seis meses antes, en las generales del 15 de diciembre, habían aventajado al PP de Moreno en 2,5 puntos, prácticamente el mismo porcentaje en que los populares adelantaron al PSOE de Díaz en junio pasado.

Méritos propios, deméritos ajenos

El PP andaluz no confía tanto en los méritos propios, que son los que son y en todo caso no han cambiado, como en los deméritos ajenos, pero sabe también que en política no cuenta tanto el juego bonito como el resultado final.

Ciertamente, Moreno no despierta grandes pasiones ni entre la militancia ni entre buena parte de los dirigentes provinciales, pero nadie puede negar que el patio popular es un remanso de paz. No hay voces críticas. Ni alternativa en el horizonte. Mientras siga contando con la confianza de Génova y en Andalucía no haya ruido orgánico, el liderazgo de Moreno no corre peligro… al menos de momento: el presidente popular sabe que si pierde las próximas autonómicas, no es probable que disfrute de una tercera oportunidad.

Andalucía, segundo plato

Toda la estrategia del PP, encaminada a erosionar al PSOE andaluz, gira en torno a la idea de que Susana Díaz no está centrada en Andalucía, que la Comunidad es para ella un ‘segundo plato’ y que su ambición personal se traduce en incertidumbre política para los andaluces.

Este lunes mismo, volvía a machacar con ese argumento la vicesecretaria de Acción Política y Municipal del PP-A, Ana Mestre, que lamentaba no saber “cuánto tiempo vamos a tener presidenta en Andalucía, si serán tres, seis o nueve meses".

Mestre repetía también otra muletilla que nunca falta desde hace meses en el argumentario popular: "Le exigimos a Susana Díaz que deje de jugar con los andaluces y aclare su compromiso con Andalucía”.

Para los socialistas andaluces siempre ha resultado un poco desconcertante la estrategia del PP. Uno de sus dirigentes hacía esta reflexión: “No hacen más que criticar que Susana quiera irse a Madrid, cuando ellos deberían ser los primeros en aplaudir esa posibilidad porque con ella al frente del PSOE de Andalucía es difícil que Juanma nos arrebate la Presidencia de la Junta”.

El verdugo (de la Dependencia)

No es la única paradoja de la estrategia de oposición de Moreno, que ayer proponía un gran pacto en políticas sociales, entre ellas la relativa a Dependencia pese a ser bien conocida la negativa del Gobierno del PP a cumplir la ley que lo obliga a financiar el 50% de las ayudas.

La propuesta desconcertó tanto como irritó al PSOE, cuyo número dos, Juan Cornejo, llamó a Moreno “verdugo de la dependencia” y recordó que “él estuvo en el puente de mando en el Ministerio y fue uno de los responsable de que no se haya transferido a las comunidades autónomas el 50% de los fondos, que es lo que nos corresponde", además de que “fue su mano la que sostenía la tijera de uno de los recortes sociales más dramáticos de la historia de nuestro país".

La tesis de la orfandad

En el PP deben pensar, por su parte, que con su estrategia no tienen nada que perder: a fin de cuentas, consideran que Díaz ya ha tomado su decisión y las críticas que ellos le hagan no va a hacerle cambiar de propósito. “Su estilo napoleónico dejará huérfano al PSOE cuando se marche a Madrid”, ha comentado en privado un exdirigente del PP.

En la sede de la calle San Fernando de Sevilla están a la expectativa. Intuyen que el viaje de Susana a Ferraz, si finalmente vence en las primarias socialistas, sería solo de ida y que la presidenta andaluza no podría compaginar durante mucho tiempo la Secretaría General del PSOE y la Presidencia de la Junta. Y si lo hace, mejor para el PP, que podría de ese modo renovar su munición contra Díaz, cuyos compromisos orgánicos y la urgencia de recomponer un partido roto internamente la obligarían –piensan muchos en el PP y bastantes en el propio PSOE– a descuidar sus deberes institucionales.

Las sucesiones las carga el diablo

Al mismo tiempo, si finalmente Díaz ocupa el sillón de Ferraz que Pedro Sánchez dejó libre en octubre en contra de su voluntad, en el PSOE andaluz y tal vez en la propia Junta se abrirá un tiempo de incertidumbre que el PP está decidido a aprovechar.

La marcha de Manuel Chaves en 2009 y su sustitución por José Antonio Griñán desencadenó una profunda crisis en el partido, agravada además por el escándalo de los ERE. La entrada en escena de Díaz en 2013, de la mano de Griñán, restauró una unidad orgánica que podría verse de nuevo comprometida si la secretaria general ocupa plaza en Ferraz. Es el momento que espera Moreno Bonilla para asaltar los cielos andaluces que tanto se le vienen resistiendo.