“Hermético”. “Unitario”. Uniforme en sus “prácticas religiosas y en su vestimenta”. Con estas palabras ha definido el arzobispo de Granada, Javier Martínez, al grupo de los Romanones al que pertenecía el padre Román, contra el cual se sigue juicio en Granada por supuestos abusos a un menor hace más de una década. El prelado ha admitido haber recibido “quejas” de los fieles de la parroquia del padre Román por sus procedimientos pastorales, pero "jamás" ninguna vinculada a una "conducta sexual inadecuada".

Hasta tal punto se trataba de un grupo "aparte" el que conformaba el acusado con otros sacerdotes –que no se sientan en el banquillo porque sus presuntos delitos han prescrito– que el arzobispo llegó a ofrecerles que se organizaran formalmente y conforme a unos estatutos aprobados por la Iglesia, para evitar que sus prácticas pastorales pudieran suponer "un problema a la larga".

Una conducta extraña

No obstante, Martínez ha sembrado en el tribunal la duda sobre las intenciones del denunciante cuando ha declarado que encontró "un poco extraño" que Daniel (nombre supuesto de la víctima) le exigiese primeramente dinero para un tratamiento psicológico y más tarde que sufragara una pericial psicológica que costaba 6.000 euros. Ante la negativa del arzobispo a atender esta última exigencia, el denunciante cambió radicalmente su actitud, dijo el prelado: "De ser unos correos excesivamente elogiosos, de repente pasa a un correo, casi, casi violento".

El arzobispo ha declarado con rotundidad que "nunca ofreció ayuda" a Román M.V.C. para "tapar" los supuestos abusos que le hizo llegar el denunciante en agosto de 2014, pero igualmente ha reconocido que en la documentación que remitió a Roma, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, definió la denuncia del joven como "verosímil" y agregó que ello "explicaría ciertas actitudes del grupo".

Un mal día

La de hoy no ha sido una buena jornada judicial para Daniel. Tras el arzobispo ha declarado como testigo su exnovia en el instituto, que no creyó al joven cuando le confesó que había sufrido abusos: "Pensé que me estaba manipulando, que lo dijo como único recurso para evitar que le dejara".

El testimonio prestado por varias de las personas que fueron detenidas inicialmente tampoco le ha sido favorable a Daniel: según ellas, sus acusaciones "una patraña" motivada por una cuestión económica.

Finalmente, el inspector jefe del Servicio de Atención a la Familia de la Policía Nacional que llevó la investigación del caso reveló que, en una segunda declaración y sometido a cierta presión, el joven incurrió en contradicciones con respeto a su primea versión. No obstante, el policía no encontró “concluyente" esta circunstancia.