Barbaros contra bárbaros. Varias decenas de jóvenes plantaron cara este miércoles en Sevilla al autobús fundamentalista de Hazte Oír lanzándole piedras, huevos y haciendo pintadas en sus laterales. La intervención de la Policía Nacional evitó que los incidentes fueran a más.

Hay gente que piensa que es legítimo lanzar huevos y reventar la luna de un autobús pacífico pero que publicita mensajes brutalmente discriminatorios y ofensivos contra determinadas personas y colectivos. Un conocido tuitero y humorista de la órbita de Podemos escribía este mensaje en su cuenta: “Han roto las lunas del autobús de Hazte Oír. Por favor, alguien de allí que nos diga si las piedras están bien”. De hecho, en la protesta había representantes de la formación morada que no condenaron los ataques.

La lógica del escrache

El problema que tiene la endiablada lógica de los escraches es ese, que la carga el diablo: si yo tengo derecho a ejercer la violencia contra un autobús cuyos mensajes inicialmente ofensivos han sido retirados, mañana otra persona igualmente indignada e igualmente cargada de razón tendrá derecho a hacer lo mismo con mi autobús si considera sinceramente que los mensajes que traslada son ofensivos para ella.

Como se sabe, los fundamentalistas cristianos de Hazte Oír habían pintado al principio en su autobús estas frases: ‘Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Lo dice la biología. Que no te engañen’. Tan burdo y ofensivo era el mensaje para los niños trans que, obligados por la justicia, sus promotores lo rebajaron drásticamente dejándolo en ‘Respeto para todos. No al bullyng’.

Pretender, como ha hecho la concejal socialista Myriam Díaz, que ambos mensajes vienen a ser lo mismo porque las malas intenciones de Hazte Oír no han cambiado, es mucho pretender. En realidad, es casi hacer trampas: con esa vara de medir no hay quien escape a una condena.

Piedras y leyendas

Pongamos que mañana a una inspirada asociación de ateos se le ocurre fletar un autobús con esta leyenda: ‘Una virgen no puede ser madre. Lo dice la biología. Que no te engañen’. Con la severísima vara de medir aplicada en Sevilla por los agresores del bus de Hazte Oír, una asociación ultracatólica o un grupo de curas indignados podrían sentir menospreciados sus sentimientos religiosos y tendrían, por tanto, perfecto derecho a apedrearlo.

Contra lo que muchos siguen creyendo, las piedras no tienen ideología. Ni fe. Ni razón. Una piedra envuelta en una indignación de izquierdas es igual de piedra que otra envuelta en una indignación de derechas. Nos vendría bien a todos un atuobús con la leyenda 'Apedrear autobuses es de fachas. Que no te engañen'.