Hace 50 años, el ordenador era un monstruo de información, concentrado y enorme, del que dependían algunas “pantallas tontas” para unos pocos usuarios. Hoy todos los terminales son autónomos, tienen competencias similares y trabajan en red, sin jerarquías, entre miles de millones de personas. Lo saben de carrerilla los niños de siete años, pero algunos dirigentes actuales del PSOE no tienen ni idea de tal evolución. El futuro, en todos los ámbitos, está compartido desde la igualdad.

El maremágnum socialista ha eclosionado sobre dos pilares políticos esenciales:

  1. Una extraña complacencia ante los poderes fácticos y un incomprensible colaboracionismo viciado – que no colaboración útil, de igual a igual – con el PP. 
  1. Una actitud de “Santiago cierra España” en el concepto territorial, con claros ribetes preconstitucionales de “Una, grande y libre” envuelto en naftalina.

Lo primero aparece como consecuencia de lo segundo; y el grueso social más dinámico de la España de 2017 – con gran parte de jóvenes que no saben quién es Franco – no comparte ni lo uno ni lo otro. Lo expresan a diario, pero los capos socialistas erre que erre. Ante ese callejón sin salida para millones de votantes del PSOE – actuales y dimitidos – no aparece otra solución que una vuelta total al calcetín no tanto en programa (ya existen miles de laboriosas ponencias) sino en comportamiento político, en asunción de un concepto más moderno de España de tinte federal y nuevos dirigentes más cercanos al pulso joven, suelto y moderno de la nueva sociedad.

Se quiera o no, en política el “quién” se sitúa hoy por encima del “qué” y el “cómo”, porque relata y visualiza a la población el conjunto del proyecto. En el PSOE hay decenas de personas capacitadas para ello que esperan en el banquillo su oportunidad para salir al campo y remontar el partido con un nuevo sistema de juego.

Una de ellas es, sin duda, Francina Armengol, presidenta de Balears. Es una mujer joven que representa lo mejor de su tiempo: formada, con experiencia política y parlamentaria, con relato social moderno, sin manías para defender ante quien sea su la lucha contra la desigualdad, con capacidad de persuasión… Y un talento personal muy útil para desatar el nudo territorial: sensible a los planteamientos nacionalistas desde una visión periférica del Estado español y calificada en soluciones federalistas que desactivan, desde el acuerdo, las derivas independentistas.

Además, es presidenta de Balears por la confianza que desprende en la relación con todas las fuerzas políticas, a excepción del PP autoritario y apolillado.

Es probable, que los acontecimientos lleven al desenlace de que los protagonistas del pulso, Susana Díaz y Pedro Sánchez, no sean la mejor solución aunque éste último será imprescindible que forme parte de ella. De producirse, Francina Armengol, está situada en primera línea: defendió con convicción el “No es no” y la participación de la militancia en las decisiones trascendentales.

La evolución líquida de la vida política impide vaticinios sólidos de futuro, pero cualquier solución al callejón sin salida del PSOE debería contar con la aportación de personas persuasivas, con visión periférica y frescura intelectual para la reinvención. Y aquí es donde aparece Francina Armengol.