Están en Convergencia que no se lo creen. Con el follón que tienen con Esquerra, las CUP, la falta de presupuestos y el suflé independentista, cada día está más deshinchado, va el ministro Fernández Díaz y los salva. Deberían besarlo.

Reprueba, que algo queda

Carles Puigdemont ha de hacer algo con el Ministro del Interior en funciones. Después del ridículo que ha hecho el President en su viaje a Francia – solo se ha visto con un diputado de tercera regional, Jean-Christopher Lagarde, del partido Unión des Demócrates et Independents -, de la pelea de patio de luces que mantienen la portavoz de Sanidad de su partido, Montserrat Candini, con el Conseller del ramo, Toni Comín, que viene por Esquerra, de que las CUP no le voten los presupuestos, de desdecirse del full de ruta y volver con las elecciones plebiscitarias, del juicio a Artur Mas, Joana Ortega, Irene Rigau y Francesc Homs por la humorada del butifarrendum, va Fernández Díaz y lo hace quedar como un hombrecito.

Porque el Congreso de los Diputados lo ha reprobado con los votos de todos los grupos, salvo el PP, claro está. El artífice es el Disraeli de Taradell, el Metternich de Osona, el Adenauer de la plaza de Sant Jaume, sí, ése mismo, el ínclito Homs, que propuso reprobar al reprobable y ahora reprobado ministro con motivo de las conversaciones grabadas ilegalmente en su despacho.

Ya no hay hambre en Cataluña, ni paro, ni desahucios. Se ha reprobado a Fernández Díaz merced a la labor incansable de Els Nostres, de Homs, que para eso le enviaron a Madrid, para convencer y vencer, parafraseando a Don Miguel de Unamuno. Nadie como Convergencia para convertir fracasos en victorias ni en el sutil arte de elaborar cortinas de humo que ríanse ustedes de la niebla londinense de las épocas victorianas.

Andan hoy muy ufanos los sectores procesistas con ése triunfo pírrico, porque un ministro en funciones que tenía los días contados es más dimitible que continuable. Pero da lo mismo, porque entre eso y la estatua ecuestre sin cabeza de Franco en El Born y el Agit Prop a base de tirarle huevos y pintarrajearla – como si una exposición anti fascista fuese una ofensa para un demócrata – ya pueden aguantar un mesecito más.

A propósito de lo del dictador, uno, que tiene memoria, recuerda al ex Conseller de Gobernación Josep Gomis, alcalde franquista de Montblanc y presidente de la Diputación de Lleida con Franco, que ejercía de President en funciones cuando Jordi Pujol se ausentaba, o de algún conspicuo diputado de CIU que se había presentado por Fuerza Nueva en las primeras elecciones de 1977. Cosas que pasan.

Que se besen

No es cosa de defender aquí al ministro que, en las grabaciones ilegales, insistimos, no queda precisamente como un modelo de ecuanimidad. Además, en una democracia es lícito que un parlamento te repruebe, faltaría más. Ya lo es menos que se utilicen éstos asuntos de manera partidista y para desviar la atención del abismo en el que nos ha metido Mas y su alegre tropa del bosque de Sherwood

Grabar a un ministro, máxime si es el de Interior, en su propio despacho, para guardar las cintas durante dos años y sacarlas en plena campaña electoral, huele a chamusquina. Como casi todo en el enrarecido clima político que se vive en España, en general, y en Cataluña en particular.

Lo que es seguro es que Puigdemont ha debido respirar aliviado. Estos chicos nacionalistas no son mucho de rendir cuentas, salvo que sean las del Gran Capitán, ya saben, grosso modo y de aquella manera. Los sacan de la estelada, el griterío subvencionado, la manipulación informativa y, sobre todo, el callar como muertos acerca de los casos Palau, Pujol, tres por ciento y suma y sigue, y no saben por dónde salirse.

De ahí que cualquier novedad en El Alcázar, por nimia que sea, les venga como agua de mayo. Tiene el PP la rara habilidad de acabar siempre metiendo la pata en beneficio de sus homónimos convergentes, pues derecha son los unos y los otros. En ésta ocasión no han podido ser más oportunos. Han puesto el foco, como dicen ahora los tertulianos solventes, en un ministro que ya estaba amortizado y con el que, presumiblemente, Rajoy no pensaba contar de cara al nuevo gobierno. Pura gesticulación.

De ahí que el President y su colla deban pisar por donde pisa Fernández Díaz. Les ha hecho un boca a boca magnífico. Si no fuese un atrevimiento, uno se atrevería a sugerir algo que podría devolverle a TV3 la audiencia que ha perdido merced a convertirse – aún más, porque siempre lo ha sido – en el No-Do del Govern. El día que TVE programe el capítulo de OT, el Reencuentro, en el que Chenoa y David Bisbal canten juntos el tema “Escondidos”, la autonómica catalana debería emitir un especial “Reprobados” y hacer aparecer al ministro en cuestión dándose el ósculo de la paz con Mas, o Puigdemont, o Junqueras, o Tardá o, mejor aún, Pilar Rahola. Hágame caso, señor Jaume Peral, director de TV3.

Si quiere remontar el share, que se besen