O algo parecido, dicen los independentistas culés. El caso Neymar se ha convertido, y van mil, en otro supuesto agravio contra la Cataluña independiente.

“Esto lo debemos pagar entre todos los socios”

Que esto de las tierras catalanas es otro mundo, no es ninguna novedad para el observador paciente y resignado. Que un presunto caso de estafa y corrupción sea un ataque contra la nación catalana, Rafael de Casanova, el Timbaler del Bruc, el proceso secesionista, la Generalitat y la Moreneta, mucho menos. Ahora bien, que la actuación que el magistrado José de la Mata, proponiendo que se juzgue al jugador del Barça Neymar da Silva Santos Junior, sus padres, el presidente del club Josep María Bartomeu, su predecesor Sandro Rosell, el mismo club y el Santos brasileño sea un ataque más contra Cataluña ya es de aurora boreal.

La cosa va de dinero, o sea, la pela, que decimos por éstos pagos. Su señoría estima que los implicados deben sentarse delante del de negro, léase el titular del Juzgado Central de Instrucción número Cinco. Bueno. No sería ni el primer ni el último caso, nos tememos, en el que, presuntamente, se producen irregularidades en el mundo del balompié.

No entraremos en los complicados vericuetos judiciales, que para eso están los magistrados, los abogados y los fiscales. Lo realmente llamativo del caso es que se intente, una vez más y van tropecientas, disfrazar un asunto de dinero con los ataques que ésa nebulosa conspiración judeo masónica españolista lleva a cabo sin tregua contra todo lo que suene a catalán.

Los contratos simulados para esconder su importe real no tienen nada que ver con si Cataluña es independiente, española o medio pensionista. El truco ni es nuevo ni carece de antecedentes perfectamente descriptibles. Recordemos a Jordi Pujol, padre, encaramado al balcón de la Generalitat cuando la querella por Banca Catalana, vociferando que el gobierno de España había hecho una jugada indigna. El heredero de una fortuna injustificable utilizó un espantajo de probada eficacia en sociedades prestas a ser subyugadas por el hechicero de turno. Basta sacar el muñeco vudú de “si se meten conmigo se meten con Cataluña” o con los massai o con los zulúes para que la horda quede convencida.

Los procesistas, que saben lo suyo de espantajos, no dudan en difundir la especie de que todo éste proceso judicial no es más que un mezquino torpedo en contra de ésa secesión ful que se vive en tierras catalanas, desde que a Artur Mas se le empezó a encoger el ombligo ante la posibilidad de que otro juez lo llamase a capítulo por cuestiones baladíes como el tres por ciento.

Lo de fuera de concurso es que existan sectores barcelonistas que reclamen que éste pollo lo costeen los socios.

El caso Di Stéfano y otras cosas

Los partidarios de la defensa a ultranza de la tesis conspiracionista aducen motivos más caducados que un yogur fabricado por la madre de Concha Piquer. Hablan de como Santiago Bernabéu robó, literalmente, a Alfredo Di Stéfano al Barça o de que Franco fusiló al presidente del club catalán Josep Suñol. Esas son cosas que sucedieron, pero hace tantos, tantos años, que es como justificar que uno no acepta comer lentejas, porque en la guerra se las conocía como las píldoras del Doctor Negrín.

La funesta manía de mezclar churras con merinas ha colmado el vaso de la paciencia de no pocos socios culés, que se niegan a compartir, y mucho menos a asumir, los posibles delitos que hayan cometido jugadores o directivos de la entidad. De ahí que esperemos que se imponga el seny y que el asunto Neymar siga su curso normal, a saber, el que dictan la ley. En una sociedad como la nuestra, en la que si te retrasas en el pago de los autónomos te cae un recargo del carajo de la vela, o en la que existen impuestos puramente recaudatorios que gravan a la gente de a pie, mientras que a los millonarios les sale la declaración de la renta negativa, pedirle al personal que se identifique con los que tienen la lana es mucho pedir.

Bastante hacen lo sufridos aficionados, y los barcelonistas lo son más que ningunos otros justamente por eso de que cuando pierde el Barça pierde Cataluña y no sabemos cuántas pavadas más, con gritar independencia en cada partido en el minuto 17.14, llevar silbatos, comprar esteladas y haber tenido a presidentes como Laporta.

Pero como quien va en bicicleta teme detenerse, porque se pega una leche, los procesistas buscan siniestros enemigos que, envueltos con capuchones de nazareno y a la luz de macilentas velas, se pasen el día conspirando contra SU Cataluña, la del proceso, Mas, el caso Palau, el caso tres por ciento o el caso Pujol. Necesitan que el CNI, España o la Asociación de Taxidermia, si a mano viene, les espíe, les controle.

El próximo fin de semana la ANC ha convocado una manifestación para solidarizarse con los encausados por el butifarrendum. Es de esperar que también lo hagan con la alcaldesa de Berga que, a la que vio a los Mossos, corrió como el Correcaminos a declarar ante un juez.

Sugerimos que incluyan también en la mani a los del caso Neymar. Ya no viene de aquí. Ah, y que se compren unos pitos. Aunque sean los del sereno.