Servidor lo veía, pero no lo podía creer. Programa de la mañana de TV3, Els Matins, un auténtico vocero del proceso, de Artur Mas y de la cosa secesionista. Y sí, digo Mas y no Carles Puigdemont, porque ése les parece un poquito débil con la cosa indepe.

Como cada viernes, el programa invita a un dibujante para que haga una viñeta que pueda ilustrar lo que ha sido la semana política. Este viernes se sentaba en el plató de TV3 una señora llamada Maribel que, ¡oh, estupor!, ha dibujado a una Carme Forcadell, presidenta del Parlament que declaraba en aquellos mismos momentos ante el TSJC por desobedecer la ley, con corona de espinas, sangre en la frente y una estelada – la radical de izquierdas, no la de derechas – al hombro. Superado el estupor inicial entre los asistentes, la dibujante ha dicho que había hecho ese dibujo – bastante feo y mal ejecutado, por cierto – porque, y cito textualmente, “es la imagen de una mártir (…) ahora mismo es una mártir, está sufriendo, creo que este dibujo debía hacerse en algún momento”.

No contenta con tal portento, la señora Maribel ha ejecutado, y nunca mejor dicho, una segunda viñeta en la que aparece presuntamente la presidenta del Parlament amenazada por un enorme mallete judicial. La explicación también ha sido canela fina. “Quiero denunciar con éste dibujo la violencia judicial que está padeciendo la presidenta del Parlament, que siempre pringa. Es la figura más controvertida, la que siempre se lleva todos los palos”. Dicho esto, la émula de Opisso ha callado y la presentadora de la cosa matinal, Lidia Heredia, le ha sonreído beatíficamente. Di que sí, chica, ha debido pensar, que si los secesionistas reclamamos la república catalana y decimos sin rubor que Colón, Cervantes, El Cid y Santa Teresa eran de aquí, ¿por qué no reclamar también mártires y santos?

O sea, resumiendo: Carme Forcadell es llamada a declarar ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por permitir que se rebasen las competencias legales de la cámara que preside. Dictar resoluciones injustas a sabiendas se llama prevaricar, creo. Pero, eso sí, la señora, que ha pasado de ser la dirigente de la Asamblea Nacional Catalana a ser Presi del Parlament y llevarse casi cuatrocientos euros al día, unos 11.365 euros brutos al mes, o sea, 121.679 euros brutos al año, se ha mostrado muy digna antes de entrar en la sala.

Iba arropada por Puigdemont, Mas, Junqueras y todo el circo chino de Manolita Chen, claro. Uno no puede dejar de pensar que, a poco que todos se lleven una lana similar, lo mínimo que pueden hacer como señal de agradecimiento es acudir a tantas manifestaciones folclórico recreativas como se convoquen. Yo iría por mucho menos, ya ven, y seguro que los millones de parados que hay en España, también. Además, legislar, lo que se dice legislar, poco o nada, porque a ésta tropa todo lo que no sea hablar de la república catalana en sede parlamentaria no les va.

A lo que vamos. Una mártir. Carísima, pero mártir.

“Yo no pienso desobedecer”

Y encima, dignísima, la más de España, uy, no, perdón, de los Païssos Catalans. Porque se ha puesto delante del de negro, cual intrépida Juana de Arco, pero solo ha accedido a responder a las preguntas de su abogado. Y no, no piensa desobedecer, ni quiere que los Mossos la vayan a buscar a su casa para llevarla a declarar, como con la alcaldesa de Berga o los quema fotos del Rey. Ella, por su propio pie y acompañada por el séptimo de semovientes detrás suyo.

Ya lo dijo Puigdemont en alusión a las CUP: “Nuestra línea no es la de desobedecer”. Claro que no, chico. Mientras aquí decís a los que aún os creen, ojo, que no son cuatro gatos, que Forcadell es una mártir, que la hoja de ruta sigue su camino y que todo va viento en popa, en Madrid, Francesc Homs busca como un loco reunirse con el gobierno, ni que sea con un bedel del negociado de musarañas. Porque la realidad es que los exconvergentes del PDECAT han podido declarar la independencia hace ya cinco años, sumando a Esquerra y ahora a las CUP. Y no lo han hecho. ¿Saben lo que pasa? Que la revolución de las sonrisas ni es revolución ni sabe sonreír más que ante la cuenta corriente. Nunca tuvieron el menor interés en proclamar nada, salvo su inocencia en los casos de presunta corrupción.

No quieren desobedecer ni hacer nada que no sea marear la perdiz hasta que las cosas cambien lo suficiente como para poder salvar la cara y aceptar una oferta razonable por parte del gobierno central. Siempre ha sido así, desde el minuto cero. El nacionalismo catalán, que tiene orígenes carlistas, desabridos, provincianos y católico integristas, solo ha pretendido siempre vivir del cuento, que España lo deje hacer y deshacer a su antojo en Cataluña y a la hora de hacer las cuentas ya hablaremos, porque aquí tenemos una lengua y una cultura propia. Como si eso no pasara en Galicia, Euskadi, Asturias o, fíjense, Canarias si a eso vamos.

No contentos con reclamar obispos catalanes, y gobernadores civiles catalanes, y partidos catalanes, ahora también se les rompe la camisa y salen con la coña de hacer mártir a un cargo público que se comporta deslealmente con las leyes que ha jurado cumplir y hacer cumplir.

Si no fuese patético, deleznable, ruin y casposo, podría incluso hacer reír.