El futuro va a exigirnos una serie de importantes cambios en la gestión del agua a nivel local si queremos garantizarnos el derecho humano a su acceso, un derecho que todavía más de mil millones de personas en el planeta siguen sin ver atendido.

En India, Estados Unidos, China y el norte de África el agotamiento de las reservas hídricas del subsuelo empieza a ser muy grave debido a la sobreexplotación de los acuíferos, lo que está provocando la acumulación de sedimentos en las extintas bolsas y la reducción paulatina e irreversible de su capacidad.

En Estados Unidos, por ejemplo, el consumo de agua mineral embotellada se ha multiplicado por diez en los últimos veinte años, superando en varios estados más de la mitad del consumo de agua de boca, algo que también ocurre en muchas ciudades europeas, como Barcelona, Londres o Berlín. En India, Vietnam o Bangladesh, países con algunos de los ríos más caudalosos del planeta, el 95% de la población se abastece ya únicamente de agua subterránea para beber dada la alta contaminación que muestran sus aguas superficiales.

A luz de estos datos la pregunta que cabe hacerse es si podremos asegurar el derecho de acceso a este recurso esencial a toda la población mundial si seguimos contaminando las aguas superficiales y agotando los acuíferos subterráneos. Y la respuesta parece obvia: en absoluto.

Pero lo cierto es que la aplicación de los avances tecnológicos puede suponer un auxilio importante para el ser humano en su lucha por asegurarse la compañía del agua subterránea. Los sistemas de depuración de aguas residuales urbanas están evolucionando a un ritmo tan avanzado que muchos expertos ven en las depuradoras los manantiales del siglo XXI.

Hace tan solo una década, y según los datos del extinto Ministerio de Medio Ambiente, en España se reutilizaban poco más 200 hectómetros cúbicos (hm3) de agua procedente de la depuración de aguas residuales, lo cual suponía menos del 0,5% de la demanda total de agua potable y de saneamiento.

El Plan Nacional de Reutilización de Aguas aprobado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente marcó como objetivo la reutilización de más de mil hm3 para 2015. Un volumen que según los expertos debería aumentar hasta el doble para antes de 2020.

Para lograrlo es imprescindible impulsar el conocimiento de la gestión del agua basado en el trabajo en red, el perfeccionamiento de los actuales sistemas de regeneración y el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan alcanzar la máxima eficacia de servicio con la mayor garantía de sostenibilidad medioambiental.

Pero además de todo ello, si tal y como señalan buena parte de los expertos el futuro del agua, que es a su vez el futuro de la alimentación y la energía, pasa por la regeneración y el ahorro, va a ser necesario avanzar hacia una gobernanza responsable de este recurso vital para el desarrollo humano.

Una gobernanza que impulse y apoye los avances tecnológicos y que apueste de manera decidida por la colaboración, la innovación y la solidaridad. Solo de ese modo podremos garantizar el derecho al agua potable a una población en aumento ante un recurso en retroceso.