Ya es oficial. El Gobierno de Mariano Rajoy ha conseguido estropear una de las pocas cosas que le quedaban por fastidiar de aquella nefasta “herencia recibida” de José Luis Rodríguez Zapatero. Durante varios meses consiguieron llevar la prima de riesgo, que tanto miedo les daba, a cotas nunca vistas durante la etapa socialista. La deuda nacional está a niveles de Felipe II, con la diferencia de que el sol ahora sale por Mahón y no por Filipinas y encima ahora paga impuestos. Y el cerdito-hucha de la Seguridad Social tiembla más que en la víspera de San Martín.

La última es el aumento de los muertos en accidentes de carretera, una cifra que iba en caída libre desde hace 16 años. Sobre todo, desde la llegada de Pere Navarro a la DGT y la instauración del carnet por puntos. El mismo mecanismo al que ahora intentan culpar desde el Ejecutivo de Rajoy a pesar de ser la causa directa del descenso.

Decimos que ya es oficial porque en los últimos años ya se sospechaba que la cifra había aumentado, pero se ocultaba gracias a un maquillaje contable propio de los genios de Margaret Astor. El mecanismo consiste en “celebrar” -tiene morbo la palabreja- la caída del dato a principios de año, sin esperar a que terminasen de fallecer los moribundos que quedaban en los hospitales tras los accidentes navideños.

Esta treta ya no ha valido este año, donde la cifra comunicada con trampas ya supera a la del año pasado y se han registrado 29 muertes más que en 2015. El dato ha pasado un poco desapercibido por el terremoto que ha provocado el dictamen del Consejo de Estado culpando al Ministerio de Defensa de Federico Trillo del accidente del Yak-42, que sesgó de un plumazo la vida de 75 personas, casi las mismas que mueren en un mes de accidentes de carretera.

Una noticia que ha servido de recordatorio para no olvidar que su responsable político -al menos a juicio del Consejo de Estado y de ese dictamen que Mariano Rajoy no ha tenido tiempo de leer en sus dilatadas vacaciones- es Federico Trillo, el mismo que está exiliado en Londres con un sueldo de chorrocientos mil euros -elegimos esta expresión ante la opacidad de su salario, que se calcula en unos 21.000 euros mensuales-.

Ese Trillo al que no se le cayó la cara de la vergüenza cuando entregó a los familiares de los fallecidos un ataúd con un collage de restos humanos. Ese partido que aprovechó los homenajes del 11M para que la trama Gürtel hiciera caja. Ese Gobierno que manipula los datos de muertos en carretera para sacar rédito político. Ese presidente que cuando estaba en la oposición se atrevió a decir a Zapatero aquello de: “Usted traiciona a los muertos”.