Impulsado por el progreso tecnológico, la esperanza de vida humana ha aumentado considerablemente desde el siglo XIX. La evidencia demográfica ha revelado una reducción continua de la mortalidad y un aumento de la edad máxima en la muerte, que puede extenderse gradualmente. Así empieza el trabajo que ha publicado la revista Nature, y realizado por un equipo liderado por Jan Vig, de la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York (EE.UU.), utilizando para su estudio la Base de Datos de Mortalidad Humana (HMD) puesta en marcha en 2002 por la Universidad de California y el Instituto Max Planck para la Investigación Demográfica.

La observación de esperanza de vida en diversas especies animales es flexible y se puede aumentar por genética o intervención farmacéutica y  estos resultados han llevado a sugerir que la longevidad no puede estar sujeta a estrictas limitaciones genéticas, específicas de la especie. Los investigadores,  mediante el análisis de los datos demográficos globales, muestran que las mejoras en la supervivencia con la edad tienden a disminuir después de 100 años de edad, y que la edad de la persona más vieja del mundo no ha aumentado desde la década de 1990.

La esperanza de vida de la especie humana se ha incrementado de manera regular en la mayoría de países durante 150 años, si bien ese progreso se estancó alrededor de la década de 1980, lo que ha llevado a los investigadores a explorar la posibilidad de establecer una frontera de edad infranqueable.

Vig y su grupo determinaron, a partir de esos datos, que el grupo de seres humanos que llega a una edad más avanzada es cada vez mayor en las últimas décadas, si bien esa edad es cada vez menor desde hace treinta años.

La francesa Jeanne Calment, que murió en 1997 con 122 años, es la persona que más ha vivido hasta ahora, y los científicos creen que es poco probable que ese récord sea superado.

"Algunas evidencias apuntan a que la esperanza de vida máxima no es fija. Hay estudios a partir de modelos de organismos que muestran que la esperanza de vida máxima es flexible", dice el estudio de Nature.

"En contra de lo previamente sugerido -afirman los investigadores de la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York- que la longevidad humana puede extenderse más allá (de los límites observados hasta ahora), nuestros datos sugieren de manera sólida que la esperanza de vida está limitada" de forma natural.

Lo que parece más probable, para Vig y su grupo, es que la existencia de un límite natural a la existencia humana es "una consecuencia de los programas genéticos establecidos en las primeras etapas de la vida, como el primer desarrollo, el crecimiento y la reproducción".

Los científicos subrayan que no consideran imposible que el ser humano logre extender su vida más allá de esos límites naturales, si bien sugieren que ese escenario "requeriría intervenciones más allá de la mejora de la salud".

Algunos de esos métodos "están actualmente siendo investigados", dice el estudio, que apunta que "no existe razón científica para anticipar que esos estudios no pueden tener éxito".