Garbanzos con bacalao.

¿Con qué?

Medio kilo de garbanzos, doscientos gramos de bacalao desalado, una cebolla mediana, dos tomates maduros, una hoja de laurel, aceite de oliva virgen, sal, pimentón dulce y un pellizco de picante.

¿Cómo?

El día anterior se ponen los garbanzos a remojo y veinticuatro horas antes se desala el bacalao –cambiando el agua cada ocho horas- si no se compra desalado. En agua fría se da un hervor al bacalao, se deja hervir dos minutos,  se retira y reserva. En la misma agua hervimos los garbanzos con la hoja de laurel y unas gotas de aceite de oliva –utilizaremos la mitad y el resto lo reservamos secos y tapados en la nevera para otro día-. En una sartén vertemos dos cucharadas de aceite y pochamos la cebolla picada en juliana a fuego lento; pelamos los tomates, le quitamos las semillas, los cortamos en dados y al estar transparente la cebolla los añadimos, cuando la salsa está ligada echamos el bacalao y movemos en círculo la sartén para que suelte su gelatina. Espolvoreamos un poco de pimentón dulce y una pizca de picante y añadimos todo a los garbanzos, que hemos escurrido casi del todo; cuecen cinco minutos y servimos.

Verbena de ahumados.

¿Con qué?

Trescientos gramos de ahumados variados –pueden ser salmón, trucha, atún, anchoas, etc.- una lechuga trocadero, aceite de oliva virgen extra, unas rebanadas de pan tostado, sal y vinagre de manzana.

¿Cómo?

Lo más adecuado para este plato es servirlo de forma individual. Es un complemento ligero después de un plato contundente. En la base del plato ponemos la lechuga trocadero, tres o cuatro hojas enteras, limpias y secas, salamos un poquito y echamos unas gotas de vinagre, situamos los ahumados encima, rociamos con aceite de oliva virgen extra. En una bandeja de pan ponemos las rebanadas de pan tostado y listo.

Tabla de quesos, según el gusto de los comensales, uno curado, otro semi ahumado y uno fresco.