A pesar de su aspecto de gran producción, y de serlo en muchos aspectos, Passengers, en realidad, acaba siendo algo bien diferente. Y es esta contradicción la que, quizá, pueda ocasionar al espectador una cierta distancia ante una película que tiene mayor relevancia como melodrama romántico, casi íntimo, que como que aventura espacial, dado que la acción y el suspense vienen dosificados, con muy buenos momentos, pero, en el fondo, lo que acaba imponiéndose es la relación entre Aurora (Jennifer Lawrence) y Jim (Chris Pratt).

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Morten Tyldum, su director, siempre ha mostrado un gran interés, en diferentes modalidades, por jugar con la intriga y el suspense. En Passengers, a este respecto, lleva a cabo un trabajo en varios sentidos. Por un lado, averiguar qué hará y qué pasará con la pareja, quienes, por motivos diferentes cada uno, han despertado noventa años antes de que la nave en la que viajan hacia una colonia espacial llegue a su destino, conscientes de que, posiblemente, morirán en su interior mientras los demás pasajeros, permanecen dormidos. Por otro lado, otro tipo de suspense más íntimo que no se puede desvelar y que ha llevado, en su estreno en Estados Unidos, a recibir, creemos que de forma algo exagerada, ataques desde una perspectiva ética, cuando, en realidad, Passengers ya plantea en el interior de su historia dicho cuestionamiento ético. Y, después, se encuentra el suspense surgido por los problemas de la nave, los cuales, Tyldum va desarrollando con un gran sentido del ritmo, creando un sentido orgánico en su sucesión: los fallos de la nave surge de manera paralela a las diferentes etapas de la relación entre Aurora y Jim, como contrapunto además de reforzándola.

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Lo anterior recorre una película que, como decíamos, tiene su fuerte en una relación romántica, no exenta de dureza en algunas de sus partes, y que posee un tono que puede muy alejado de la sensibilidad actual. Algo que añade interés a Passengers, porque apuesta por una cierta inocencia, que no ingenuidad, son dos cosas diferentes, a la hora de plantear un relato, tanto en el plano argumental como visual, que busca una cierta épica emocional, más allá que argumental, que responde a un sentido de gran cine consistente en la fe en los mecanismos dramáticos y narrativos para envolver al espectador, para conducirle por un continuo cambiante en el que no hay trampa alguna, tan solo la perfecta modulación y juego con el ritmo y la historia.

Tyldum toma el marco de la ciencia ficción y los contornos de la nave, en realidad, para desarrollar una historia romántica entre dos personajes que representan bien dos clases sociales diferentes y unas aspiraciones muy distintas llamadas a tener, presumiblemente, que convivir juntos toda la vida. No hay giros sorpresivos en Passengers, todo se desarrolla con una enorme lógica que hace que el suspense al que antes aludíamos se cierre de la manera que debe hacerlo en el momento preciso, algo que puede ocasionar que la película sea vista como plana, incluso fría, pero lo cierto es que todo funciona de principio a fin como debe hacerlo. El interés en la película, entre otras cosas, surge en su pulso narrativo, en algunos tramos realmente portentosos, para narrar la cotidianidad que surge en el interior de la nave, y que nos resulta familiar, casi cercana, freten al espacio exterior. Cómo los personajes desarrollan su vida en busca de una normalidad a pesar de que, en verdad, nada lo es.

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Para mostrar lo anterior, Tyldum opta por una puesta en escena de gran elegancia, con una belleza formal en las imágenes en las que el juego con el espacio y la repetición de espacios es de gran relevancia para ir introduciéndonos en la trama. Exceptuando varios momentos claves, se aleja de la imagen espectacular, aunque cuando tiene que hacerlo, como en el momento de la piscina, cuando se pierde la gravedad, resultan impresionantes. Y, por el contrario, es capaz de realizar un paseo espacial de los dos personajes en el que no importa tanto lo que les rodea, el lugar en el que están realizado dicho paseo, como ellos, su momento, lo que significa para su relación y sus vidas. Las imágenes exteriores de la nave sirven como nexos dramáticos en determinados instantes, pero no hay una búsqueda de simple deleite con la construcción de la nave. Todo obedece unos parámetros que no son tanto de la ciencia ficción como a la búsqueda de trazar, en su interior, una historia que corresponde a los personajes.

Hay algo tradicional en Passengers, de herencia de un cine norteamericano que se cuela de vez en cuando en el cine actual y que nos retrotrae a un sentido de gran cine que, bajo la parafernalia de la producción, se basa en los personajes y en sus emociones.