Pese a lo que pudiera parecer, durante el Franquismo, España no rompió relaciones con Cuba, un país abiertamente comunista, como sí lo hizo con la URSS. Quitando algún momento de tensión, como el incidente con el embajador español Juan Pablo Lojendio, las relaciones entre ambos países fueron estables y Franco incluso no apoyó el bloqueo a Cuba impulsado por Estados Unidos.

Con el final del Franquismo y la llegada de la Transición, estas relaciones mejoraron y en septiembre de 1978 el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, se convirtió en el primer jefe del Gobierno de Europa occidental que realizó una visita oficial a Cuba. Para la posteridad quedó la imagen de su recibimiento a pie pista por Fidel Castro en el aeropuerto José Martí de La Habana.

Además de en el plano político, también la relación entre España y Cuba ha sido intensa en lo económico. El director del Centro de Excelencia de la Universidad de Miami, Joaquín Roy, afirmó en un informe en 1995 que “desde el triunfo de la revolución cubana, España ha sido el Estado con economía de mercado que más ha comerciado con Cuba, con un notable nivel de inversiones, deuda probablemente impagable y una de las más generosas sumas de Ayuda Oficial al Desarrollo en el marco latinoamericano”.

González y Aznar enfrían la relación

En los años de Felipe González, las relaciones se mantuvieron fluidas, época en la que el propio Fidel Castro visitó España y la tierra natal de su padre, Galicia, donde fue recibido por Manuel Fraga.

Pero con la caída de la URSS, el Gobierno español reclamó reformas en Cuba que no llegaron a producirse y en 1990 se produjo la invasión de la embajada española que acabó con la buena relación. Lo que en un principio fue un intento de un grupo de disidentes del régimen por escapar, se convirtió en un incidente diplomático y “las discrepancias hispano-cubanas salieron a la superficie”, según recoge Roy.

La incompatibilidad llegó entre Aznar y Castro, tanto en lo personal como en lo ideológico. Cabe recordar que el presidente español impulsó en la Unión Europea lo que se conoció como la Posición Común con respecto a Cuba reclamando la transición del régimen a la democracia.

La vuelta de los socialistas al Gobierno acabó con esta vía rupturista por parte de España, pero no así desde Europa, donde se mantiene la Posición Común hasta la actualidad.