La victoria del ecologista Alexander Van der Bellen en las elecciones presidenciales en Austria ha interrumpido la ola de recientes éxitos del populismo de derechas en el mundo occidental, aunque ha logrado el mejor resultado de su historia en la república alpina.

Siete puntos evitaron el desastre
Van der Bellen, un profesor universitario de 72 años, progresista e intelectual y que conecta mal con una gran parte de la población, ha logrado mejorar con mucho sus resultados del pasado mayo, cuando ganó por la mínima unos comicios que fueron impugnados por su rival Norbert Hofer y su partido, el eurocrítico y xenófobo FPÖ. Si entonces Van der Bellen ganó con apenas 0,6 puntos de ventaja y 31.000 papeletas (en un país con 6,4 millones de votantes), en esta repetición su margen de victoria, a la espera de que mañana se den los datos definitivos incluyendo el voto por correo, rondará los siete puntos porcentuales.

Detrás el 53,3 % de votos logrado por Van der Bellen está principalmente el temor de muchos austríacos a un Hofer que durante la campaña jugó ambiguamente con la idea de un referéndum sobre la permanencia de Austria en la Unión Europea (UE).

Los argumentos de campaña
El FPÖ ha acusado a Van der Bellen de haber espiado para la Unión Soviética y a su padre, un ruso de origen holandés que se refugió en Austria huyendo de la revolución bolchevique de 1917, de haber tenido simpatías nazis. La llegada de refugiados de Oriente Medio a Austria, unos 90.000 en 2015 y ya casi 40.000 este año, también ha sido usado por Hofer para alimentar el miedo al terrorismo y la potencial islamización de la sociedad. Van der Bellen, por su parte, no ha dudado en azuzar el temor a una salida de la UE si Hofer entraba en el Hofburg, la sede de la presidencia austríaca.

La elección del jefe del Estado de Austria, un cargo protocolario en un pequeño país de la UE, llevaba semanas siendo analizada como el nuevo campo de batalla del nacionalismo, tras los éxitos del brexit y del republicano Donald Trump en EEUU. Casi mil profesionales de la comunicación de todo el mundo han estado acreditados para cubrir unos comicios que, en circunstancias normales, apenas despiertan interés fuera de Austria.Van der Bellen, que se presentó como candidato independiente, ha logrado reunir el apoyo tanto de su antiguo partido, como del socialdemócrata, los liberales e incluso sectores del Partido Popular.

¿Motivos de celebración?
A pesar de la derrota de la ultraderecha, Christian Rainer, director de Profil, el semanario político más prestigioso de Austria, dijo que no hay muchas razones para la celebración. "El candidato oficial de un partido de la extrema derecha ha logrado casi una mayoría absoluta. Este partido tiene en todas las encuestas una gran ventaja sobre los dos partidos más grandes. Por eso, no hay motivos para el optimismo en este país", analizó.

Rainer no cree que este resultado pueda leerse como una primera derrota del populismo sino que han sido elementos del debate político nacional (como comentarios de Hofer sobre un referéndum para instaurar la pena de muerte) los que han movido el resultado "en el último minuto". Advirtió de que "ya han caído todas las barreras y las consideraciones morales" y que la mitad de los austríacos no han tenido problemas en votar por el FPÖ, un partido que fue fundado tras la guerra por antiguos nazis.

Hofer anunció que volverá a presentarse a las presidenciales de 2022 e incluso auguró que "el Gobierno (formado por socialdemócratas y democristianos) no va a aguantar mucho más". Si bien Hofer no ha logrado convertirse en el primer presidente ultranacionalista de un país de la UE, Van der Bellen será el primer jefe de Estado ecologista elegido por voto popular entre los todavía Veintiocho.