Se llama Andrew Puzder y es el mejor “alter ego” del presidente electo, un auténtico espejo de Trump: millonario, machista, provocador...  Aparte de donar dinero desde hace años para la causa republicana tampoco tiene ninguna vinculación con la administración pública, y  tiene una idea muy especial del “American way of life”. Según dijo a la revista Entrepreneur, y recoge el New York Times, le gustan “las mujeres bellas comiendo hamburguesas en bikini. Es muy americano”.

Y así todo lo demás. Aunque a falta de obtener el beneplácito del Senado, en el que los republicanos son mayoría, el recién nominado por Trump como futuro secretario de Trabajo es un acérrimo enemigo de la subida del salario mínimo, una de las batallas más serias que se dirimen en el escenario laboral norteamericano. La administración Obama pretendía subirlo hasta los 10,10 dólares desde los  7,25, en los que está estancado desde 2009, pero su mandato se acaba sin conseguirlo y todo indica que, a nivel federal, va a seguir así por una larga temporada.

Esa es, muy posiblemente, la razón por la que Trump ha elegido a Andrew Puzder para el puesto. Es el director ejecutivo de una cadena de comida rápida que tiene más de tres mil establecimientos en Estados Unidos y otros países y da trabajo a unas cien mil personas entre personal directo e indirecto. Se trata de un sector que ocupa nada menos que al diez por ciento de la fuerza laboral norteamericana y cuya lucha ha conseguido que el salario mínimo se vaya a incrementar progresivamente hasta los 15 dólares en los próximos cinco años en algunos lugares muy significativos. Así ha ocurrido en Nueva York, por ejemplo, y en la progresista California, cuyo gobernador afirmó al rubricar el acuerdo que es una cuestión de justicia económica, algo que contribuirá “a crear una sociedad más equitativa en un momento en el que el sistema cada día es más desigual”.

Pero esta es “la otra América”, la que en nada se parece a Trump por mucho que el presidente electo y sus muchachos se empeñen. ¿Y cómo es la que le gusta a ellos?

Además de mujeres en bikini comiendo hamburguesas, un escenario laboral que, a ser posible, pueda llegar a prescindir incluso de los trabajadores. Esto es lo que afirmó Puzder al defender el progresivo aumento de la automatización en las empresas: “las máquinas son siempre amables, no toman vacaciones, nunca llegan tarde, no tropiezan y se caen y no existen casos de discriminación por edad, sexo o raza”.

Si es cierto que prefiere artilugios a personas resulta peculiar la justificación de Trump para elegirle. En un comunicado ha afirmado que “Andy Puzder ha creado y alentado la carrera de miles de americanos, y su extenso pasado de lucha por los trabajadores le convierte en el candidato ideal para dirigir el Departamento de Trabajo”. Defensa jactanciosa a la que se oponen quienes defienden a los trabajadores en Estados Unidos. En sus primeras reacciones se han dividido entre los que piensan que es el peor secretario de Trabajo de los que podía haber elegido el futuro presidente y quienes aseguran que es un hombre cuyo currículo empresarial le define, directamente, como un luchador contra la clase trabajadora.

Es, como han dicho otros, poner al zorro a cuidar de las gallinas. Como máximo responsable del departamento controlará el aparato federal que investiga las violaciones del salario mínimo y las horas extraordinarias, y se ocupará asimismo de las normas de seguridad en el trabajo.

El propio New York Times se pregunta en un artículo cómo se percibirá el hecho de que un rico ejecutivo se encargue a partir de enero de los intereses de los trabajadores. Según datos de 2012, el salario base anual de Puzder fue de más de un millón de dólares, con una compensación de otros cuatro millones. Un descenso significativo con respecto al año anterior, cuando había sobrepasado los diez millones de dólares en ingresos.

Todo un ejemplo para quienes persiguen una subida del salario mínimo, una medida que beneficiaría a millones de personas y que, según algunos analistas, no supondría ningún problema para la economía norteamericana.