Por primera vez en varias décadas se ha abierto paso una brizna de incertidumbre sobre la habitual certeza que rodea el acontecimiento del día. Lo que está previsto que ocurra es que los 538 compromisarios elegidos en noviembre seguirán a pies juntillas el mandato electoral y convertirán a Donald Trump en el próximo presidente de los Estados Unidos. Pero esa pura formalidad se ha visto alterada por una serie de acontecimientos que la prensa norteamericana ha destacado en los últimos días y que podrían, si no modificar, si al menos dejar un poso de malestar entre quienes tienen la responsabilidad de elevar a tan excelso cargo a alguien en quien no confían. Especialmente los compromisarios republicanos.    

Entre los comentarios destacables hay uno que no es nuevo pero conserva su peso: Donald Trump consiguió la mayoría en el Colegio Electoral, la institución que según las normas elige al presidente después de las votaciones, pero la realidad numérica es que Hillary Clinton obtuvo tres millones más de votos populares que su rival. El argumento carecería de peso específico por sí solo, puesto que nadie en ese país cuestiona la legalidad que rodea la elección presidencial, pero estos días aparece rodeado de otros que le otorgan mayor relevancia.

El primero, como destaca The Wall Street Journal, la posibilidad de que la inteligencia rusa estuviera detrás de una operación informática para influir a favor de Trump. Lo destacan varios diarios, pero el económico neoyorquino destaca que el presidente electo podría aceptarlo si el FBI y otras agencias hicieran una presentación unificada de evidencias.  El tema quedaría aparcado de momento, pero sería una rémora que restaría brillo a la inauguración presidencial y al resto de su mandato.

El segundo hecho a tener en cuenta es la reacción popular. El Washington Post del domingo destacaba las presiones que están sufriendo muchos electores republicanos para no votar a Trump. Un ejemplo: uno de ellos, una mujer de 72 años, confiesa haber recibido miles de emails de votantes preocupados porque la naturaleza impulsiva del presidente electo pueda conducir al país a una nueva guerra. Ella responde que a su edad ha asistido a demasiados funerales, pero zanja la polémica diciendo que ha firmado un compromiso de lealtad, “Y que eso importa”.

Quizá no debería importar tanto cuando su decisión podría cambiar para mejor el futuro de su país y no hay ninguna norma que le impida votar en conciencia. Así lo recoge The New York Times al relatar los pormenores de la elección de hoy: “Nada en la Constitución, o en la legislación federal, obliga a los electores a votar de una determinada manera”. Algunos estados, concluye, obligan a actuar en función del voto popular registrado, pero en otros solo están sujetos a la lealtad al partido.

Al menos uno ya ha advertido de que no la respetará. Pero para que ello suponga un problema para Trump deberían coincidir dos iniciativas: que cierto número de republicanos votara por un candidato de su partido diferente al que ganó las elecciones, y que algunos compromisarios demócratas siguieran su ejemplo. Esto último, por cierto, podría plantearle un dilema serio al ex presidente Bill Clinton, compromisario este año por Nueva York y abocado a apoyar a su esposa.

Personaje del año, para bien y para mal

Que Trump es el personaje del año ya lo decidió la revista Time a primeros de diciembre, y uno de los motivos aportados por el semanario es que ha conseguido dividir al país más que nadie, una habilidad que hoy se refleja especialmente de la prensa norteamericana.  

Cuando está a punto de convertirse en presidente de los Estados Unidos su nombre está omnipresente en las portadas para bien o para mal. En el Usa Today, por ejemplo, porque informa de las donaciones millonarias que ha recibido para convertirse en presidente, como los 20 millones de dólares que ha aportado el magnate Sheldon Adelson, y que consolida un poco más la imagen de que el suyo va a ser un ejecutivo de millonarios influidos por multimillonarios; Y también, porque, como publica el San Francisco Chronicle, muchos inmigrantes de origen hispano están buscando asesoramiento legal sobre cómo afrontar la era Trump.  

¿Algún escape posible? Volviendo a la información del New York Times, el viernes 6 de enero el vicepresidente Joe Biden abrirá los sobres y anunciará el  resultado de las votaciones del Colegio Electoral ante congresistas y senadores. Declarará al ganador en función de los votos que obtenga, un mínimo de 270.  “¿Y eso es todo? se pregunta el diario.  No necesariamente, responde. En ese momento Biden preguntará si hay objeciones. Será la última oportunidad para intentar evitar lo que parece inevitable, que Trump se convierta en presidente de Estados Unidos el próximo 20 de enero.