Lo suyo es una relación a distancia, de las que se arman y desarman a base de mensajes y declaraciones públicas. Necesariamente tormentosa. La empezó Trump en 2013 con el siguiente tuit: “¿Piensas que Putin asistirá a la gala de Miss Universo en Moscú? Si lo hace ¿se convertirá en mi nuevo mejor amigo?”. El magnate, propietario del único evento que puede exhibir en el apartado internacional de su currículum, sugirió que estuvo con el amo del kremlin, pero después lo desmintió. Tan solo admitió que le había enviado un regalo, “un bonito regalo” recalcó Trump.

El gesto de Putin debió animarle a continuar la relación. En noviembre de 2015 afirmó que le conocía muy bien porque habían compartido mesa en el programa “60 Minutes”, de la cadena Fox, y que lo hicieron muy bien los dos. El semanario Time lo desmintió asegurando que ni siquiera estaban en el mismo continente en aquel momento, y el muy respetado Washington Post concluyó que el candidato republicano nunca se ha reunido con el presidente ruso.

Los piropos de Trump

Pero la relación  siguió creciendo, alimentada siempre por Trump. Metido ya en la campaña de las primarias dijo de Putin que era alguien “brillante y con talento”. “Un líder”, llegó a decir, “no como lo que tenemos en este país”. Aunque su rival era Hillary Clinton, aprovechó el momento para descalificar a Obama y dar rienda suelta a sus propias aspiraciones como posible presidente: “Ese hombre tiene un fuerte control sobre un país. Es un sistema muy diferente, y que no me gusta, pero ciertamente, en ese sistema él ha sido un líder, mucho más líder que nuestro presidente”.

En septiembre, más cerca de las elecciones presidenciales, Trump asistió al programa de la NBC Commander-in-Chief Forum. Ya nominado candidato y con varios sondeos a su favor, el moderador le llamó la atención sobre los actos más polémicos de Putin, la anexión de Crimea, la invasión de Ucrania, el apoyo a Assad en Siria…. a lo que Trump contestó, simplemente, “¿me puedes nombrar algunas de las cosas que el presidente Obama ha hecho en ese mismo tiempo?

Los elogios de Putin

El presidente ruso no debía caber en sí de gozo al ver que quien podía llegar a ser su principal rival en el tablero internacional avalaba de este modo tamañas atrocidades y se deshizo en halagos hacia Trump nada más ganar las elecciones. En una entrevista con la NTV, Putin elogió sus cualidades de empresario y dijo de él que entendería rápidamente el nivel de su nueva responsabilidad: “Ya es un estadista, es el líder de Estados Unidos de América, uno de los principales países del mundo”. Su éxito en los negocios le sugiere a Putin que es un “hombre inteligente” que entenderá completa y rápidamente otro nivel de responsabilidad”.  

Después le felicitó la Navidad expresando su deseo de que ambos países puedan restaurar un marco de cooperación bilateral y la estabilidad  y seguridad del mundo moderno. ¿Halago, invitación, trampa…?

El último gesto de Putin a favor de Trump es de esta misma semana. Dijo de él que es víctima de una campaña para socavar su legitimidad y que quienes le atacan con acusaciones falsas son “peores que las prostitutas”. Lo dijo, precisamente en un canal de televisión que suele defender a muerte las posiciones del Kremlin.

El beso

A falta de una fotografía de los dos dirigentes juntos, la imagen viva del idilio apareció en mayo en Vilna, la capital de Lituania. Unos artistas gráficos pintaron en el lateral de un restaurante un mural en el que aparecían ambos emulando el famoso beso de 1979 entre el entonces líder soviético, Leónidas Brezhnev, y el presidente de la extinta Alemania del Este, Erich Honecker.

Las fotos de la pintura dieron la vuelta al mundo y se convirtieron en la máxima expresión de una inédita relación que asusta de manera especial en esos países que una vez formaron parte de la Unión Soviética.

Sin embargo, alguien apreció en ese mural una diferencia importante con la fotografía inspiradora. Mientras Breznev y Honecker aparecían con los ojos cerrados, quizá como expresión de amor verdadero, los artistas lituanos pintaron a Putin y Trump con los ojos abiertos, como si recelaran el uno del otro.

El desencuentro

Que ese presunto amor puede transformarse en otra cosa lo ha demostrado Trump en dos momentos. Primero cuando en uno de los debates televisados con Hillary Clinton la candidata demócrata le acusó de ser “la marioneta de Putin”. Pareció enfadarse el republicano, pero la falta de argumentos solo le permitió responder con el clásico e infantil “y tú más”.

Por último, en su primera y única rueda de prensa como presidente electo, ya en enero y después de que las agencias de inteligencia demostraran que Rusia estaba detrás del pirateo informático contra el partido demócrata, Trump se mostró arrogante al afirmar que Rusia respetará mucho más a Estados Unidos cuando él sea presidente. Es decir, a partir de hoy. ¿Será el final de ese peligroso idilio?