Alguien dijo una vez (vale, fui yo, pero queda más humilde empezar así esta crónica) que Twitter es como un bar, donde la parroquia (¡cómo me gusta esa palabra!) arregla cada día el mundo y luego lo vuelve a desarreglar. Pues bien, hoy en el bar de Twitter todas las conversaciones giraban sobre un único tema: la absolución de la Infanta.

Y es que el asunto, no por menos esperado, deja de clamar al cielo. Esto es un no parar, el martes se follaban al Barça, y hoy a la justicia. Ha sido un FALLO judicial en toda regla. La figura de “esposa tonta que no se entera de nada” cotiza al alza en nuestro país. Y el apellido real no digamos. Ser Dios está bien, pero tenía que haberme apellidado Borbón para salvarme de la cruz. A Iñaki le han caído seis años y tres meses, lo que me parece fatal, porque no le han dado el “y un día” que es el que te viene de perlas para hacer las maletas. Un gran fichaje para el equipo de Balonmano de Soto del Real, sin duda. Como os digo, hoy ha sido uno de esos días en que Twitter está on fire. En unos tiempos en que algunos cuestionan la viabilidad de la red del pájaro azul, jornadas con noticias como ésta son las que ofrecen la auténtica razón de ser y verdadera dimensión del invento de Jack Dorsey. Ha sido como una catarsis colectiva, una especie de desahogo grupal. La indignación que ha provocado el sabernos viviendo en la Edad Media en pleno siglo XXI ha encontrado su vía de escape en forma de memes y tuits más o menos ingeniosos. Twitter es el derecho al pataleo de las sociedades modernas. Su capacidad para cambiar el mundo es escasa (tampoco digo que nula), pero nos ahorra una pasta en psicólogos y terapias contra la ira. Twitter te acompaña, te hace sentir que, en tu cabreo, al menos no estás solo, es un bar abierto las 24 horas donde sirven tanto whisky del bueno como garrafón. Allí, acodado junto a la barra, te puedes encontrar con un asiático gordito y con un corte de pelo ridículo que dice estas cosas:

Una dictadura norcoreana dando lecciones de igualdad frente a la justica a una democracia europea. Da que pensar, ¿verdad? Porque hoy hemos sabido que una persona privilegiada, portadora de los genes del Rey Sol y la Reina Victoria de Inglaterra, educada con esmero por si algún día tenía que llevar el timón de este país llamado España, trabajadora de La Caixa, moderna, con un cúmulo de expertos y asesores a su servicio con solo levantar un dedo, ¡no sabía lo que firmaba!

Es más, todavía hoy afirma seguir “creyendo en la inocencia de su esposo”, y eso que ya de pequeñita fue la primera en enterarse de que ¡los Reyes son los padres! A ver si al final todo ha sido por esto:

Los memes se han multiplicado. Aquí os traigo un meme al cuadrado, meme sobre otro meme:

Es que, como dijo hace ya mucho César Strawberry, el líder de los Def Con Dos al que ahora mismo le piden cárcel ¡por tuitear!, vivimos en una memocracia. Como siempre, unas horas después, los memes creados en Twitter pasaban a Whatsapp. Yo mismo recibía éste que primero había visto en 140 caracteres:

Sí, por si no lo sabíais, las gracietas se crean en Twitter y de ahí pasan al resto de redes sociales. Eso sí, la sentencia no nos la hemos leído nadie.

De todas formas, en este caso ni falta que hace. Eso sí, expresar el enfado está bien, pero quizá habría que hacer una reflexión sobre si Twitter no se está convirtiendo en una herramienta más del sistema para canalizar y acotar el desencanto en la cápsula del humor. Ahora hay más activistas que nunca, sí, pero son los llamados “activistas en redes sociales”, de sofá, mantita y smartphone...¿sirven para algo? ¿No es internet una oportunidad pero también una trampa?