“No amenaces si no puedes cumplir la amenaza”, reza el rico refranero popular. Y Ciudadanos debería de tomar nota. El partido que lidera Albert Rivera se erigió como el garante de la transparencia y el azote de los corruptos. Sin embargo, tras discutir con el PP sobre qué es la corrupción, bajar el listón y reducir la acepción al “enriquecimiento personal” o la “financiación ilegal”, y amenazar con mociones de censura si no dimitían los cargos populares imputados, ya nadie les toma en serio.

El adalid de la regeneración democrática... o no

La pasada semana el presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, fue imputado (ahora, investigado) en el marco del caso Auditorio por presuntos delitos de prevaricación continuada, fraude contra la administración pública, falsedad documental y malversación de caudales públicos. Ciudadanos salió al paso y, tuit mediante, anunció que “espera la dimisión de Pedro Antonio Sánchez”. Y parece que siguen esperando. El primer punto del acuerdo de gobernabilidad de la Región de Murcia entre la formación naranja y el PP incidía en “separar de inmediato de cualquier cargo, público o de partido, a imputados por corrupción política hasta la resolución completa del procedimiento judicial”.

No concreta el concepto temporal de “separar de inmediato”, pero ya hace varios días y Pedro Antonio Sánchez de momento no se mueve de la silla. De hecho, este fin de semana Ignacio Aguado, portavoz del Grupo Parlamentario Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, ha afirmado que “el Partido Popular tiene una oportunidad única para demostrar si son de fiar o no”. Paradójicamente, también sería una ocasión ideal para que la formación de Rivera cumpliera sus amenazas como adalid de la regeneración democrática que es.

Ancha es Murcia

Y es que, ya son muchas las que Ciudadanos ha dejado pasar. Según un comunicado emitido por el PSOE de Murcia, en la Región hay hoy más de 120 imputados por corrupción, de los cuales, más de 100 son altos cargos y ex altos cargos del PP. De ellos, 12 siguen imputados y se encuentran en ejercicio, vulnerando así la ley de Transparencia de la Región y el acuerdo de investidura. De entre ellos, destacan el ya conocido presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez; “Martínez Cachá, el secretario general de la CHS, la alcaldesa de Puerto Lumbreras, el presidente del PP en Cartagena, así como asesores y concejales. Esto es intolerable y vamos a seguir denunciándolo”, señala el comunicado.

La postura de Ciudadanos, de momento, es esperar al cónclave naranja que tendrá lugar este jueves y, si Pedro Antonio Sánchez no dimite, “estudiar otras alternativas”. En este sentido, Podemos ya estudia plantear la moción de censura y cuenta con el respaldo del PSOE. Por su parte, Sánchez ya ha dejado claras sus intenciones: “Antes de tirar la toalla, me la trago”, ha dicho este sábado en un encuentro con las Nuevas Generaciones del PP.

El cuento de Pedro y el lobo de Alcorcón

Nadie toma en serio a Ciudadanos porque el de Murcia no es el primer caso en el que Rivera se pone en la piel de Pedro, el del cuento del pastor que alerta sobre la llegada del lobo hasta tal punto que ya nadie le cree.

Recordemos el episodio vivido con el alcalde popular de Alcorcón, David Pérez, quien gobierna gracias al sustento de Ciudadanos. Pérez emitió unas declaraciones con tintes marcadamente machistas, y la oposición se movilizó y exigió de inmediato su dimisión. Aunque no se trataba de un caso de corrupción, Ciudadanos también pidió a Cristina Cifuentes que se desautorizara a David Pérez. Sin embargo, eso nunca ocurrió.

David Pérez, segundo strike

La pasada semana, David Pérez, quien aún ostenta el cargo de alcalde de Alcorcón tras desestimar la petición de la formación de Albert Rivera, volvió a saltar al escenario público. Esta vez no por machista, sino por tratar de repetir una votación asegurando que el PP se había confundido y se abstuvo cuando debían oponerse. El revuelo fue tal que, incluso, David Pérez llegó a pedir a las autoridades policiales que expulsaran del Pleno a un edil socialista.

A día de hoy, y tras este nuevo capítulo, Ciudadanos continua pidiendo su dimisión. Pero el PP hace oídos sordos.

Doble vara de medir

Ciudadanos ha pactado con los diferentes colores del espectro político de España. A pesar de que a todos parece pedirles lo mismo en materia de regeneración democrática, el trato es bien distinto. Ciudadanos puso el grito en el cielo en Andalucía: o dimitían Manuel Chaves y José Antonio Griñán o no había acuerdo de investidura. Ambos se marcharon y Rivera y su pacto Anticorrupción se marcaron un tanto. Sin embargo, parece que han perdido ese fuelle con el que comenzaron su andadura a nivel nacional. ¿O es que suelta cuerda si se trata del PP?