Su apellido invita a estar muy atentos a sus movimientos, y más desde que su madre perdió las elecciones frente a Donald Trump. Si la sorpresa fue enorme para el mundo, Chelsea Clinton sufrió una convulsión que ha dado lugar a una especie de transformación personal. Ha pasado de ser simplemente uno de los famosos de la vida neoyorquina, lo que incluso la convirtió en amiga de Ivanka Trump, a desarrollar una personalidad crítica e incluso sarcástica que ha empezado a sacar a pasear a través de Twitter con éxito creciente.

La novedad es que últimamente carga contra otro adicto a esa red, precisamente el hombre que la ha privado de convertirse por segunda vez en su vida en lo que los norteamericanos denominan "Primera hija".

"No traigan esos autobuses a Estados Unidos"

La nueva afición de Chelsea Clinton ha sido noticia en España esta semana al tuitear contra el autobús transfóbico del grupo ultraderechista español. Y con la escasa repercusión que lo ocurrido en nuestro país suele tener en Estados Unidos, ese tuit no solo fue una auténtica sorpresa aireada por todos los medios, sino la primera señal de que la única heredera posible de la saga Clinton está dispuesta a dar un nuevo contenido a su apellido e incluso a su vida.

Ha pasado de retuitear mensajes solidarios de las ONG y artículos científicos, con escasa repercusión en la red, a llegar a una buena parte de su millón y medio de seguidores gracias a los errores de sus actuales adversarios políticos, como el cometido por la consejera especial de Trump, Kellyanne Conway, al dar por cierto un inexistente ataque terrorista supuestamente cometido por refugiados iraquíes en una localidad norteamérica.

Chelsea Clinton ✔ @ChelseaClinton

Very grateful no one seriously hurt in the Louvre attack ...or the (completely fake) Bowling Green Massacre. Please don't make up attacks.

3:04 PM - 3 Feb 2017

El nuevo activismo de Chelsea

A través de sus tuits, Chelsea ha apoyado al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, en su lucha contra el decretado antiinmigración de Trump, ha apoyado las críticas contra la nueva legislación que favorece a las compañías petrolíferas y se ha sumado a la campaña que defiende los derechos del colectivo LGTB.

Quiénes la conocen bien aseguran que en su ADN ocupa un lugar destacado la afición a la política. Como portadora del apellido Clinton tiene la tendencia a opinar sobre lo que  ocurre en su país, y si no lo ha hecho antes es porque se ha dedicado en cuerpo y alma a apoyar las campañas electorales de su madre.

Ahora, sin embargo, tiene vía libre para ser ella misma. En su perfil de Twitter deja claro que es madre y esposa antes que abogada y profesora, pero es muy sencillo darle la vuelta a ese orden. Y según sus allegados ahora está en plena transición hacia quién sabe qué.

Desde que perdió las elecciones, Hillary Clinton vive en Nueva York en un, para ella, triste anonimato. Cuentan las crónicas que siempre encuentra palabras de ánimo por parte de seguidores cuando sale a la calle, pero que eso la entristece más todavía.

¿Una nueva líder para los demócratas?

A sus 37 años, Chelsea Clinton es la vicepresidenta de la fundación Clinton, un buen trampolín hacia la política. Nunca ha descartado dedicarse a ella y últimamente comparte con millones de norteamericanos una enorme indignación contra la que emana de la Casa Blanca, su hogar durante ocho años. Llegó allí cuando estaba apunto de cumplir 13 y aquella situación no fue fácil para ella. Lo dejó claro hace poco en uno de sus tuits. Cuando la prensa destacó la presencia del pequeño Barron, su hijo menor, en la ceremonia de inauguración del mandato de Donald Trump,  y se insinuaron datos sobre su vida íntima que no deberían airearse, Chelsea salió rápidamente en su defensa manifestando lo difícil que es ser hijo de un presidente de Estados Unidos.

Su activismo actual también la ha sacado a la calle. Desde noviembre ha participado en al menos dos manifestaciones, una contra el decreto antimigratorio de Trump y otra de solidaridad con los musulmanes. Y hace cosas que nunca había hecho, como retuitear a periodistas e incluso interactuar con ellos.

Entre el nuevo líder, totalmente desconocido, recientemente nombrado por el partido Demócrata y una Chelsea  dedicada a la política resulta fácil saber a quién elegirían muchos norteamericanos. Y ello a pesar de la antipatía que el apellido Clinton suscita entre muchos de ellos.