Europa ha puesto en marcha la cuenta atrás del Súper 2017, año en el que las elecciones generales de Holanda, Francia y Alemania se han convertido en el test de aceptación en la Unión Europea de las fuerzas populistas, patrióticas y antiinmigratorias (léase, antiislamistas) en la era post-Brexit y post-Trump.

En los Países Bajos, que inauguran este superaño electoral el próximo 15 de marzo, el máximo exponente es el islamófobo y euroescéptico Partido por la Libertad, PVV en sus siglas en neerlandés, y su mediático y social-mediático líder Geert Wilders.

Según las últimas encuestas, el partido de Wilders ha dejado de ser el primero en intención de voto (19-23 escaños) a favor del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (23-27 escaños), VVD en sus siglas en neerlandés, del actual primer ministro Mark Rutte.

Pero hablar de liderazgos y ganadores en este país significa literalmente encabezar la lista de los más votados, o con intención de voto, y esto en los Países Bajos dista mucho de mayorías absolutas. El motivo es que los votos están divididos en una gran variedad de partidos y ello obliga a la formación de coaliciones para gobernar.

La clave: un Parlamento fragmentado

Muchos se preguntan por qué casi un 14% de los ciudadanos del país considerado el paraíso de la tolerancia (descriminalización del cannabis, prostitución y eutanasia) tiene la intención de votar a un líder que ha sido condenado, sin multa, por incitar a la discriminación y que no duda en publicar imágenes manipuladas de sus adversarios en las redes sociales.

Más allá de los motivos patrióticos o económicos, existe un factor intrínseco al propio sistema parlamentario proporcional. En los Países Bajos no existe un mínimo de votos necesarios para obtener escaños, “por esto es fácil obtener representación parlamentaria”, explica el profesor Paul Lucardie, investigador del Documentation Centre of Dutch Political Parties de Groningen.

Esto lleva a una gran fragmentación de la cámara baja: actualmente, 11 partidos se reparten los 150 escaños. El resultado: excepcionalidad de mayorías absolutas y necesidad de pactos.

“Las políticas del gobierno están negociadas entre los partidos que forman la coalición”, explica Michael van der Galien, editor del periódico liberal conservador online Dagelijkse Standaard, “por eso, Wilders promete medidas extremas, porque sabe que tendrá que moderarlas cuando negocie con otros partidos”, añade.

“Gran parte de los que ahora apoyan a Wilders no comparten su radicalismo, pero creen que por lo menos él va a hacer algo al respecto [de la inmigración]”, según Van der Galien.

El poder desde la oposición

No ha hecho falta la llegada de Donald Trump para poner sobre la mesa el debate sobre el encaje patriotismo-multiculturalidad en Holanda. Desde que Wilders fundó el partido en el año 2006, el PVV se ha convertido en el principal grupo de presión en el Parlamento a favor de la desislamización del país para proteger la identidad y valores de los holandeses.

Si el dilema es poder o influencia, Wilders ha demostrado un claro dominio de la segunda. Sin haber ocupado ningún cargo en el Ejecutivo (en 2010 prefirió mantenerse al margen de la coalición de Gobierno, como grupo de soporte en el Parlamento), el líder del PVV ha conseguido poner en el centro de la agenda política la integración de inmigrantes y la necesidad de control de las fronteras

“Quizás Wilders ha hecho este asunto más grande, pero desde los años 80 que hay una preocupación sobre los inmigrantes y su integración, lo que pasa es que antes era un tema tabú”, explica Lucardie.

Tuit de un ciudadano holandés: “Solamente el PVV se atreve a levantarse en contra del Islam. Wilders y el PVV han adoptado claramente una posición”.

Wilders “ha tenido influencia durante los últimos diez años, todos los partidos han cambiado sus posiciones sobre el tema de la inmigración. Desde la oposición puedes ser influyente sin ningún tipo de responsabilidad”, añade este académico.

Koen Vossen, autor del libro El poder del populismo. Geert Wilders y el Partido para la Libertad en los Países Bajos, considera que el hecho de que se presente a las elecciones con un programa electoral de una sola hoja A4 es un claro mensaje hacia las otras formaciones para que no cuenten con él. “Para Wilders, la política consiste en estar en el Parlamento, no en el Gobierno”, explicó en una entrevista para la Nijmegen School of Management.

No todo el mundo coincide con esta lectura de la estrategia del líder del PVV. Ton van Kesteren, miembro del PVV y candidato para la Cámara Alta, afirma que Wilders sí tiene la intención de convertirse en primer ministro. “Los ciudadanos no se leen los largos programas electorales”, comenta, “nosotros resumimos en un folio los principales problemas del país”, añade.

Esta actitud confunde no solamente a expertos, sino que también contribuye a la sensación de desconcierto de los ciudadanos en relación con qué pueden esperarse de un político como Geert Wilders: “Lo que me asusta de este partido [PVV] es que no asume ninguna responsabilidad en el gobierno. [Wilders] solamente discute y se queja ante los ciudadanos, pero no hace nada”, explica la propietaria de una tienda de ropa vintage de la localidad de Groningen, norte de Holanda, que prefirió no identificarse.

La formación de gobierno empezará el 16 de marzo, una vez conocidos los resultados electorales. No obstante, aunque el PVV sea finalmente el partido más votado, es poco probable que pueda formar gobierno ya que las principales formaciones, incluido el VVD, lo han descartado como futuro socio de coalición.

A pesar de todo, Wilders ya puede anotarse una victoria porque en esta campaña no hay partido que pueda presentarse a las urnas sin ofrecer sus propuestas para solucionar el debate sobre la integración y los límites, o no, a la entrada de más inmigrantes al país.