El periodista y economista Joaquín Estefanía plantea en su nuevo libro "Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto?" (Planeta), un diálogo generacional con los más jóvenes, a los que la crisis ha golpeado especialmente. Le preocupan especialmente los menores de 18 años, que no han conocido un escenario distinto al de la crisis y no solo no pueden pagarse unos estudios sino que tampoco pueden trabajar. En España, con una tasa de paro juvenil por encima del 40% y la imposibilidad de emanciparse antes de los 30 años para el 80%, la situación es muy desalentadora.

¿Constituye el título del libro una especie de 'mea culpa'?

Sí, intenté adelantarme a algo que me puede suceder cuando mis nietas, a las que dedico el libro, sean un poco mayores. El primer índice del libro, al igual que hice hace 15 años ‘Hija, qué es la globalización’, se lo encargué un grupo de jóvenes y en esa conversación ya surgió una cierta tensión, en el sentido de ¿Vosotros qué habéis hecho? Jardiel Poncela siempre decía que por muy duro que sea el reproche de un padre a un hijo, cuando el hijo le devuelve el reproche suele ser muy cruel. Yo procuré adelantarme y dar una explicación de cómo hemos acabado en lo que denominamos era Trump.

Intuimos dos títulos alternativos. El otro era ¿Cómo os habéis cargado esto?. Pero era menos matizado ya que hay cosas que se han cargado y otras que no. Optamos por el primero porque me parecía una forma de iniciar una conversación, que es de lo que va el libro.

¿Estamos en un camino de no retorno?

No, lo que intento contar trasversalmente es que no hay determinismos históricos. Todo depende de la correlación de fuerzas en cada momento. Lo que se necesita es transformar esa correlación, que en este momento es muy negativa.

En los últimos cinco años los jóvenes de todo el mundo han despertado con los movimientos de indignados, pero al mismo tiempo, el mundo conservador también ha reaccionado de forma muy potente. En este momento estamos viviendo la etapa más reaccionaria de los últimos cuarenta o cincuenta años en términos electorales y en las políticas que se aplican.

Trump ha conseguido imponerse en EEUU y la ultraderecha avanza en Europa ¿por qué la crisis parece favorecer a las políticas más reaccionarias?

Es muy paradójico. Procuro reflejar ese estupor. Cuanto más retrocedemos la reacción es más conservadora. Esto tiene que ver con la etapa de tantos cambios y tan profundos en tan poco tiempo, incluidos los tecnológicos. La principal fractura que se está produciendo en la sociedad en estos momentos no es la de izquierda o derecha, ni arriba abajo, ni casta y el resto, sino la de estabilidad o cambio.

Hay mucha gente teme cualquier tipo de cambio y en el último momento votan y se movilizan. Sin embargo, la otra parte hace todo lo contrario. Los jóvenes no participan y, si lo hacen, es de forma minoritaria. Hay dos ejemplos muy cercanos, el Brexit donde la inmensa mayoría de los jóvenes querían continuar en la Unión Europea pero se impusieron los conservadores, que querían la salida. En EEUU ha ocurrido en buena parte lo mismo.

Ahí está la paradoja. De los 7.000 millones de habitantes que tiene el mundo, más de 4.000, casi 4.500 son milenials, mayoritariamente progresistas. Parecería que la correlación de fuerzas es distinta y sin embargo, en los momentos de votar y participar, en esa esa fractura de estabilidad y cambio la está ganándolo que ellos denominan la estabilidad.

¿Tiene España una lectura diferente?

Muy poco. Se puede hacer en el sentido de que la crisis de representación política, en el sur de Europa, no solamente en España, también en Grecia y Portugal, ha provocado movimientos de indignados que han comprendido que no pueden estar en la calle y que tienen que entrar en las instituciones. Y lo han hecho es entrar en las instituciones con muchísima fuerza, no con la suficiente para gobernar, pero pasar de 0 a 71 diputados es una barbaridad. En ese sentido la tensión es más fuet

Pero es algo más global. En Holanda también está pasando, y eso que tiene pleno empleo, un déficit ridículo y una deuda pública muy asequible. Sin embargo, los niveles de desafección son enormes. Esto no tiene sólo que ver con la economía hay mucho más. Es un cambio sociológico enorme. Hay quien dice que se está produciendo un encanecimiento de la protección y en ese sentido, creo que por primera vez los jóvenes están actuando como generación. Por las circunstacias que sean han adquirido un poder enorme.

¿De qué tipo de jóvenes estamos hablando?

Hay dos generaciones de jóvenes peleando por ser el vector principal. Los milenials, que tienen entre 19 y 35 años. Cuando comenzó la crisis vivían bien, tenían el mismo sentido de la vida que sus padres, mejoraban... Cuando estalla la crisis sufren un crash pero tienen el recuerdo de una cosa diferente que había antes. Pero por debajo de ellos están los que sólo han conocido la crisis y la ven como lo normal. Son los que más me precoupan, son los más nihilistas, no ven futuro ya que no pueden pagar sus matrículas y, por tanto, no tienen expectativas ni de estudiar ni trabajar. Estos van a ser los protagonistas de los próximos años: jóvenes más pobres, más desiguales, menos protegidos socialmente, con mayor precarización estructural y que no esperan salir de esta situación porque es de normalidad.

En España, especialmente afectada por el paro juvenil ¿está dando respuesta el Gobierno de Rajoy?

No hay políticas, ni en el Gobierno de Rajoy ni en ningún sitio. La emancipación de los jóvenes es seis años más tardía que en el año 2007 y el Estado no les da una respuesta. Por eso son tan tenues con la democracia, están a gusto pero no tienen el espíritu democrático con el que creció mi generación. Nadie les da una solución.

¿Qué consejo les darías a estos jóvenes?

Cuando estaba trabajando en el libro, vi un cartel en Sol que sería del 15 M ‘Recortes: Resistir’. Yo soy partidario de las reformas incrementales. Es mejor que el salario mínimo suba un 8% antes de que no suba nada esperando que llegue de la revolución. El primer consejo es que participen. Unas formaciones políticas no son iguales que otras y aunque en algunos casos las diferencias hayan podido ser solo de un centímetro ideológico, más vale eso que nada. Además, tienen que seguir molestando y explicando que el primer problema que hay es reproducir el contrato entre generaciones.

¿Es Podemos el partido que canaliza la indignación de los jóvenes en España?

Está pasando su propia crisis de adolescencia. Es un partido paralizado por sus problemas y no conocemos sus propuestas ante lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Y eso es muy preocupante porque si los nuevos partidos fracasan, ¿a dónde van a mirar nuestros jóvenes?

Su problema no es sólo el de tener un empleo bien pagado y sin precariedad, es ver cómo se cohesionan con el resto de ciudadanos. En Grecia por ejemplo, la reacción ha sido la aparición de otros partidos de signo contrario y muy violentos.