Enrique Figaredo, sacerdote jesuita y prefecto apostólico de Battambang (Camboya), ha salido en defensa de su primo Rodrigo Rato a quien ve como "el chivo expiatorio de la crisis" con el juicio por la utilización de las tarjetas black de Caja Madrid. Así se ha expresado durante un encuentro con periodistas en la Prefectura Apostólica de Battambang durante un viaje organizado por Manos Unidas al país asiático para visitar diversos proyectos de cooperación que reciben el apoyo de la ONG.

"Rodrigo ha venido a visitarnos, ha sido generoso con nosotros y ha sido simpatizante de lo que hacemos aquí. Siempre me he sentido muy apoyado", explica Figaredo, que lleva treinta años trabajando por los más necesitados en Camboya. El sacerdote reconvertido en primo de Zumosol opina que al exvicepresidente del Gobierno de España "se le ha puesto el mochuelo" y que "la agresividad social" se focaliza en él porque se necesita tener a alguien a quien culpar del "desastre económico" y de la "corrupción".

Tras reconocer que se siente "muy unido" a él asegura: "No dudo de que haya cometido muchos errores, pero creo que se le está haciendo pagar por los pecados de todos". "No sabría acompañarle a él más que con el afecto y con la oración, pero yo creo que se han pasado de vueltas, con esta focalización en una persona de todos los problemas de la crisis española", agrega.

Muestra su deseo de que se haga justicia, aunque señala que "su nombre ya está manchado" porque cuando se dice Rodrigo Rato se piensa en palabras negativas como "corrupción" o "engaño". El exministro de Economía "ha trabajado por España y por el Gobierno", pero "no puede ser el único que haya hecho las cosas mal", resalta Figaredo, quien lamenta que haya quedado "entrampado en una dinámica social negativa".

Refugiados e inmigración

En el encuentro, también expresa su preocupación por la respuesta de España y de la Unión Europea a la llegada de refugiados procedentes de Siria y subraya que la "insolidaridad" le parece "horrible". "Nunca pensé que fuéramos tan estrechos. La gente huye de Siria porque no tiene un sitio donde vivir, les han destrozado la casa, no hay agua, no hay electricidad, no hay escuelas, no hay futuro, no hay nada. La gente necesita un sitio donde cobijarse y dar una educación a sus hijos", indica.

Igualmente, lamenta la situación de los emigrantes de África, que cruzan el Mediterráneo, para huir de las guerras en sus países de origen y buscar un futuro en Europa, al tiempo que recalca que, hoy en día, existen los medios técnicos y económicos para encauzar este problema.

Hace un llamamiento a considerar a los refugiados e inmigrantes como "una oportunidad económica y cultural en Europa" y superar la visión negativa de que "van a traer todos los males" o que "son gente sucia, fea e intratable".

Censura que se les trate como "números" o "personas sin identidad" y recuerda que "antes de ser refugiados o inmigrantes son seres humanos". "Me entristece muchísimo la guerra en Siria, con lo que hemos sufrido y seguimos sufriendo en Camboya, a pesar de tener veinticinco años de paz", asevera.

El dolor y el sufrimiento que vivió la población de Camboya durante la guerra "siempre está ahí", sostiene Figaredo, quien precisa que "las heridas de la guerra no se curan con facilidad" porque "la gente ha sufrido la violencia y el desgarro de no poder estar en su casa o de perder a sus padres o a sus familiares".

Con el papa Francisco, confiesa que se siente apoyado e inspirado porque "es una persona que siempre tiene una palabra amable, un gesto simbólico y una inteligencia nueva para afrontar los problemas actuales".