En misa de doce puede pasar de todo, menos lo que ocurrió el domingo en la parroquia del Cristo de la localidad ciudadrealeña de San Carlos del Valle donde medio centenar de feligreses decidieron abandonar la iglesia ante la negativa de “don Miguel” de dar la comunión a una conocida y adinerada vecina del pueblo porque ésta ya no echa dinero al cepillo de la parroquia por desavenencias con el cura, reconocen a ELPLURAL.COM uno de los protagonistas del plantón a este polémico clérigo, que desde el mismo momento que tomó posesión, “hace más de diez años”, ha venido protagonizando sonoros altercados que han acabado hartando al “rebaño” católico de este pueblo manchego de apenas mil habitantes.

Le negó la comunión por tercera vez

No dio tiempo a que cantara el gallo, don Miguel, emulando a San Pedro, le volvía a negar por tercera vez la comunión a la piadosa y benefactora vecina de la localidad, Ramona María del Pilar Álvarez Manrique, porque ésta se niega desde hace un tiempo a echar en el cepillo de la iglesia las pingües dádivas que su fallecido hermano Agapito solía depositar en forma de cheque en el pequeño canasto de mimbre que los ayudantes del cura suelen pasar todos los domingos entre la feligresía para recabar su generosidad dineraria con la que mantener la “costosa” estructura parroquial del Cristo del San Carlos.

Hasta 6.000 euros de donativos

Según las mismas fuentes, el enfado “rabioso” de don Miguel viene dado porque Ramona María del Pilar, como decimos una de las vecinas más adineradas de San Carlos del Valle, mantiene serías desavenencias con el cura, del que no aprueba sus métodos y el trato con la gente del pueblo. De ahí que la familia del fallecido Agapito decidiera dedicar los 6.000 euros que anualmente entregaba a don Miguel a otros fines más transparentes y necesitados como es el caso de Cáritas y Manos Unidas, ONGs que desde hace un año aproximadamente vienen recibiendo esa cantidad, lo que irritó al cura hasta el extremo de negarle la comunión, provocando que los asistentes a la misa del domingo abandonaran el acto religioso y pidieran al alcalde socialista, José Torres, que tomara cartas en el asunto.

La gota que colmó el vaso

Y es que don Miguel es todo un figura, además de un déspota y un mal educado, como así lo avala la mayoría de sus feligreses, que cuentan por decenas los desplantes y actos bochornosos protagonizados por este cura, originario de la vecina localidad de Tomelloso. Si bien la gota que colmó el vaso fue la negativa a dar la comunión a la citada feligresa, sus exabruptos vienen de lejos, como cuando en una homilía dijo que los enfermos que tienen cáncer es porque se lo merecían; o prohibir una rampa de madera para que accediera  a la iglesia una creyente en silla de ruedas, y eso que la propia afectada estaba dispuesta a pagar la instalación; o su negativa a celebrar entierros o a realizar la extremaunciones porque se iba de viaje; o liarse a patadas con las flores de una boda, oficiándola como si se tratara “de un entierro”, como le recriminó un familiar,  pedir la retirada ornamental floral y obligar a las acicaladas jóvenes a que se quitaran su tocado de la cabeza, rechazar los cantos nupciales de un coro, o retirarle a otra señora la comunión porque se acercó al altar llevando en brazos a su pequeño nieto, o…

El Obispado se da por enterado

La lista de desagravios y desplantes es tan amplia que pocos en el pueblo entienden la indiferencia mostrada por el obispado de Ciudad Real, cuyo titular y eméritos conocen a la perfección las correrías del cura, enfrentado también con el Ayuntamiento. En este sentido, el alcalde, que define a San Carlos del Valle como “un pequeño pueblo, bonito, tranquilo, hospitalario y de gente trabajadora”, además de “religioso”, pese a que cada vez “la parroquia tiene menos donativos y hay menos feligreses”, asegura que la situación es ya “insostenible” e insta al obispado a tomar cartas en el asunto, al que le pide un solución “antes de que el enfrentamiento entre párroco y vecinos pase a mayores”, advierte. Sea como sea, esta constatado que don Miguel tiene una nómina de “vecinos enemigos” que en circunstancias normales debería servir para que este hombre pida perdón, cambie de actitud, o de lo contrario sea trasladado a otros menesteres, “pero no de cara al público, porque a buen seguro que lo que ha hecho aquí lo va a repetir allá donde fuera”, finalizan diciendo nuestras fuente