Sólo van a ser cinco minutos, le dijo la enfermera que esa misma mañana en que iba a recoger los resultados la llamó para adelantar la cita. Fueron más que suficientes para que la vida de Marta diera un giro inesperado. "Tiene usted cáncer de mama", me dijeron, y "se te cae el mundo encima". Dos meses antes se había notado un bulto en el pecho "que no era como otros", y ahora estaba allí, sentada frenta a la nueva realidad. El año anterior se había hecho una mamografía en la que todo estaba bien. 

"Al salir de la consulta me temblaban las piernas, no hubiera ni podido conducir, aunque casi es mejor que te lo digan así". Sin embargo, a sus 46 años no estaba dispuesta a dejarse derrotar y tuvo claro que había mirar de tú a tú a la enfermedad.

"Nunca temí por mi vida", dice 11 meses después de haber comenzado la lucha. Ya ha dejado atrás la operación y la quimioterapia y ahora se recupera poco a poco de los efectos del tratamiento. Quienes la conocen saben que, en todo este tiempo, no ha perdido la sonrisa, aunque el agotamiento casi la borrara de su cara. Si alguna vez le han flaqueado las fuerzas ha sabido qué hacer para ofrecer lo mejor de sí misma. Con un hijo de 11 años no hay tiempo para derrotas.

"Sonríe a la vida, nunca te rindas"

"Tienes que enfrentarte a ello con mucha fuerza interior", explica. "Yo entendí desde el primer momento que esto era temporal y que me iba a curar. Tenía claro que iba a haber un final". Y así, aferrándose a la frase de "sonríe a la vida, nunca te rindas", ha ido saltando obstáculos.

Como "estaba fuerte psicológicamente", el desgaste físico fue lo peor. "La quimio se va acumulando y estás cada vez más débil". Sin embargo, todo pasa. Ahora tiene por delante cinco años de tratamiento hormonal y toda una vida de la que disfrutar. 

En el caso de Carmen, la enfermedad le sorprendió a los 67 años. Con ella los médicos no fueron claros y la noticia se la fueron dando sus hijos a cuentagotas cuando, tras ser operada de la vejiga preguntó con rotundidad "¿yo qué tenía?". "La idea de perder el pelo me volvía loca, estaba dispuesta a aguantar lo que fuese, pero quedarme calva...".

La 'lección' de las jóvenes

Pero todo cambió el primer día de quimioterapia. "Cuando entré en la sala y ví a todas aquellas chicas jóvenes contándose de qué manera se podían poner los pañuelos, se me quitó el velo de los ojos y me dije 'yo lamentándome cuando tengo mi vida hecha y ellas con todo por vivir dándome una lección'". Afronta el futuro con serenidad y acude a sus revisiones con el pensamiento de que "lo que tenga que ser será".   

Para Alberto el cáncer no tenía muchos secretos. Como médico que es lo conoce bien. Sin embargo, todavía se pregunta cómo no fue capaz de autodiagnosticárselo antes.

A los 36 años y en perfecto estado de salud era difícil imaginar que iba a tener que luchar con un cáncer colorrectal. De eso han pasado ya nueve años en los que su vida ha cambiado por completo. Es padre de una niña que ha llenado su vida y sabe que "cada seis meses hay una noche que paso en vela", la que precede a sus revisiones. 

Marta, Carmen y Alberto son un ejemplo de superación de una enfermedad que, en un futuro próximo, calculan los especialistas afectará al 50% de los hombres y a una de cada tres mujeres. Su rostro es la mejor muestra de que el cáncer "se cura"