Ha ocurrido mucho antes del tremendo error en la entrega del Oscar a la mejor película: el gran titular de la noche, la fallida nominación de La La Land como mejor película, se ha comido al pequeño. Una de las grandes noticias estaba en el monólogo inicial del presentador de la gala, Jimmy Kimmel, al decir que "esta emisión en directo la están viendo millones de americanos y en todo el mundo en más de 225 países que ahora nos odian".

No ha habido demasiado Trump en la gala, a pesar de todo. Al presidente no se le esperaba, por supuesto, y él mismo ha decidido borrar el evento de su agenda, física y mentalmente, pasando esas horas en una fiesta ofrecida a los gobernadores del país y organizada por la primera dama, Melania. Según el portavoz de la Casa Blanca, Trump "estaba demasiado ocupado como para ver la gala de los Oscar".

Sin embargo, el presidente de las polémicas, las mentiras y la incertidumbre ha estado en varios momentos en la mente de todos. Por ejemplo, cuando el propio Kimmel ha afirmado que "damos la bienvenida a todos los extranjeros aquí en Hollywood. No discriminamos en función de los países de procedencia. Solo discriminamos, -ha dicho en tono jocoso- por edad y peso".

El momento Meryl Streep

La presencia de la "sobrevalorada" Meryl Streep también ha servido para recordar los exabruptos de Trump contra los artistas de Hollywood, uno de los sectores más odiados por el presidente junto a la prensa y los inmigrantes. Sin mencionarle, como hizo ella en su día, el presentador ha hecho todo un homenaje a la actriz en clave de ironía aludiendo a sus "mediocres" trabajos en películas como Memorias de África o La decisión de Sophie.

Una deslucida carrera la suya, ha dicho Kimmel, que incluye su participación en más de 50 películas y 20 nominaciones al Oscar, para la que ha pedido un "totalmente inmerecido" aplauso. "Bonito vestido, por cierto", ha concluido el presentador, "¿Es un Ivanka?". (Es decir, parte de la colección de prendas diseñadas por la hija predilecta de Trump que han sido retiradas de los principales almacenes de venta)

La venganza del director iraní

Otro zasca de la Academia para Trump ha sido la entrega del Óscar como mejor película extranjera a El Viajante, del director iraní Asghar Farhadi, un mensaje en el que también ha participado el cineasta desde Teherán tras renunciar a acudir a Los Ángeles en protesta por el decretazo de Trump contra los inmigrantes de siete países musulmanes, entre ellos el suyo.

En directo desde la capital iraní, Farhadi se ha dirigido por videoconferencia a más de diez mil personas reunidas en la londinense Trafalgar Square donde se ha proyectado su película al aire libre y ante quienes ha manifestado que "la solidaridad contra la prohibición de Trump tiene el poder de un levantamiento contra el fascismo y de una victoria ante el extremismo".

El éxito de Farhadi se ha conocido algunas horas después de la protesta londinense, y es posible que tenga otro poder, el de provocar un tuit por parte del presidente durante sus primeros movimientos intestinales a eso de las cinco de la mañana, como ha dicho el presentador Jimmy Kimmel.

García Bernal, el mensaje mexicano

Si Farhadi ha hablado en nombre de los inmigrantes musulmanes, el actor Gael García Bernal lo ha hecho en nombre de los que estarán al otro lado del muro que Trump pretende erigir en su frontera con Mexico. Al presentar el oscar al mejor diseño de producción, Bernal ha arrancado una buena salva de aplausos al afirmar que "como mexicano, como inmigrante, como trabajador, estoy en contra de cualquier muro".

La gala de los Oscar 2017 pasará a la historia como la del gran fallo en la entrega del premio a la mejor película norteamericana del año. Al no ser tan rotunda como podía intuirse, la protesta contra Trump no tardará en quedar relegada al olvido salvo que sea el presidente, durante alguno de esos movimientos intestinales matutinos el que remueva el asunto. Los miembros de la Academia han preferido concentrarse en lo suyo, el arte cinematográfico, y buscar el aprecio de un mundo que, como ha dicho el presentador, ahora odia a Estados Unidos.