Aunque la Constitución recoge que el gallego, el vasco y el catalán son lenguas cooficiales, todavía hay quien tiene problemas al hablarlas en según qué situaciones.

Por norma general, y fuera del escenario político, la convivencia lingüística se desarrolla con normalidad, pero hay excepciones.

Esta misma semana, se hacía público que un hombre había sido multado en Benidorm por la Policía Nacional por dirigirse a dos agentes de este cuerpo en valenciano.

Según recoge el diario Información, los policías estaban realizando un control frente al colegio en el que estudia el hijo del afectado y se acercaron a su vehículo. Se dirigieron a él en castellano, pero respondió en valenciano, así que le pidieron que cambiara de registro porque no le entendían. Cuando el conductor les recordó que estaba en su derecho de hablar su lengua, le pidieron la documentación y le cachearon con las manos apoyadas en el coche en presencia de niños y padres.

Lo cierto es que este tipo de hechos, hoy anecdóticos, se repiten desde hace décadas. Ya en 1937, en San Sebastián, la Comisaría de Información y Vigilancia de la Policía puso una multa de 250 pesetas a un ciudadano “por haber celebrado una conferencia telefónica desde el hotel Europa en dialecto catalán”.

Superados los años oscuros del franquismo en los que hablar en lenguas, hoy cooficiales, ya no era un hecho susceptible de multa sino de muerte, los incidentes no han dejado de sucederse.  

En 2009 en Palma de Mallorca se produjo otro altercado, en este caso con peores consecuencias, ya que el afectado fue agredido por hablar en catalán. Los hechos ocurrieron en el aeropuerto de la capital de la isla cuando un guardia civil le solicitó la documentación. Finalmente el agente fue condenado al pago de 1.200 euros.

En 2012 un conductor valenciano se vio involucrado en un conflicto lingüístico con unos agentes que le pararon para un control de alcoholemia. La Audiencia Provincial de Castellón, en este caso, le condenó a seis meses de prisión, que no cumplió por no tener antecedentes.

Los gallegos parecen haber tenido menos problemas con los agentes de la ley en este sentido. Sin embargo, no siempre han salido bien parados a la hora de hablar en su lengua. Una joven rechazó a un hombre en Bla, Bla, Car porque éste le hablo en gallego mientras ella le escribía en castellano y otra fue descartada en una entrevista por la misma razón.