Más papistas que el Papa. Esta quizás sea la mejor manera para definir o describir lo que ha hecho Facebook con la última campaña de la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis.

Sin saber si es cuestión de algoritmos, de robots o de seres humanos caracterizados por una ideología que traspasa el conservadurismo, lo cierto es que la red social ha decidido meterse de lleno en el asunto, aunque de la peor forma posible, es decir, censurando dicha campaña por la fotografía que la ilustra.

Es verdad que Facebook ha rectificado, admitiendo su error, y ha vuelto a permitirla sin cortapisas, porque esta iniciativa busca, precisamente, eso, el no esconder la realidad de estos menores y sus familias. El título lo dice todo: “Hay niñas con pene y niños con vulva”.

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La propia asociación, tras la primera medida de la plataforma de Mark Zuckerberg, denunció la prohibición e, incluso, pidió a los usuarios de la plataforma que difundieran la fotografía de la campaña pero tapando las partes de la ilustración que ‘molestaban’ a Facebook.

Hay que insistir en que no se sabe si la censura inicial de la plataforma responde a un impulso humano o mecánico, sin embargo, en los últimos meses se han dado varios casos que ponen en entredicho el supuesto leitmotiv de cualquier red social.

Neptuno, censurado

Uno de los más sonados por su surrealismo tuvo lugar hace sólo unos días y con el protagonismo, nada más y nada menos, que de la estatua de Neptuno de Bolonia. Facebook decidió censurar una fotografía de ella por aparecer desnudo, tal y como denunció la escritora Elisa Barbari en su perfil de Facebook, que quiso incorporar esa imagen en el marco de otras publicaciones sobre la historia de la ciudad transalpina.

Cuando lo hizo -o lo intentó- la red social le hizo llegar un mensaje en el que le decía que “no cumple las directrices de publicidad de Facebook”.

Pero hay más casos. Recordado también es el de la Sirenita de Copenhague o el de Leslie Power, una joven chilena que un día de hace 2 años decidió subir una foto suya dando de mamar a su hija. A su favor se inició una campaña que obligó, una vez más, a Facebook a rectificar su decisión -llegó a cerrar el perfil de esta mujer- y a cambiar los criterios sobre lo que es o no inadecuado.

Hace no mucho tiempo, en la dirección de Facebook decidieron prescindir de buena parte (si no todo) del equipo de periodistas que se encargaban de la criba de noticias. Sus sustitutos serían ‘robots’ perfectamente ‘adiestrados’. Asimismo, en las últimas semanas, la red social ha insistido en que lucha contra las llamadas ‘noticias falsas’, algo a lo que le han instado los organismos de la Unión Europea.

Sea como fuere, a la vista de lo que casi cada semana sucede con esa ‘censura’, alguien debería tomar cartas en el asunto y pronto porque -de nuevo un caso real- considerar la imagen de la niña vietnamita quemada por el napalm en la guerra que enfrentó a aquel país con EEUU, como inapropiada supera cualquier límite ‘berlanguiano’.

Parece que a robots y algoritmos les falta de serie eso de lo que adolece en ocasiones el ser humano: el sentido común. A lo mejor está ahí la clave.